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Heriotza · F
-No se opuso a que la siguiera. De hecho, entornó la mirada hacia los escalones que subía, preguntándose porqué lo haría. Sabía que no la atacaría, lo habría hecho en cuanto se reveló su nombre, incluso pudo haberlo hecho en el momento en que estaba consiguiéndole la presa al entrar al edificio. Mordió su labio inferior, meditando sobre lo qué hacer, hasta que finalmente, llegaron al piso de Walter, caminando por el pasillo hacia la habitación.

Algo extraño ocurría y es que normalmente, durante las cacerías, su espada siempre mostraba un nuevo nombre tras recolectar el anterior ¿Por qué en esta ocasión no lo hacía? Era extraño, por esta razón, se adentró de nuevo al departamento de Walter, en espera de encontrar alguna pista que pudiera revelar alguna pista sobre lo que ocurría y en todo caso, quizás, descubrir que hacía alguien como él en este mundo entre mortales, dentro de un cuerpo humano.-
 
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-No esperaba que la fémina reconociera ese nombre, se trata de un concepto demasiado antiguo, una existencia que precede incluso a las leyendas actuales; pero, la respuesta de la mujer le dió cierta curiosidad ¿Acaso para ella era algo de reconocer? Posiblemente, por la forma en como está pareció cambiar su expresión-

-Es entonces que, por ahora la deja irse, no es que tuviese una necesidad de silenciar o tratar su caso, era muy ajeno a los trabajos de otros seres ciertamente, si no se metían con el, no se metería con ellos. Pero ..ella era un poco peculiar, jamás había sentido una esencia como la que emana, cosa que .. causa al varón violar sus propias reglas.-

-Es así, que empieza a caminar hacia las escaleras, estaba siguiendola-
Heriotza · F
—Azi... —Enmudeció de inmediato, sintiendo un extraño escalofrío recorrerle la espina dorsal, mientras mantenía la mirada plateada, clavada en la ajena. Las leyendas eran ciertas. Décadas en el inframundo, había escuchado de todo tipos de seres infernales, de criaturas que se alimentaban de todo el mal y que todo reaper debía tener en consideración, pues serían una especie de competencia directa en su objetivo de alcanzar sus cuotas y liberarse de su deuda con Infernua.

No se movió aún así de su sitio y aunque sabía que no tenía oportunidad de enfrentar a alguien con semejante poder, no hizo el intento de atacar, protegerse, huir... Nada.

Soltó un suave y disimulado suspiro para recomponerse de la sorpresa y asintió levemente, solo para si, como si hubiese tenido una especie de conversación mental con alguien, pero solo había sido la resolución de no meterse en su camino... [i]...Por ahora [/i]

Subió las escaleras de nuevo, hacia el departamento de Walter, dónde la sangre aun manchaba la alfombra y se metió a la alcoba. Ya no había nombre y la noche había caído. ¿Sería prudente quedarse ahí esa noche para averiguar más sobre él o simplemente alejarse para deslindarse de todo y continuar en búsqueda de un nuevo nombre que se grabe con fuego en su espada?
Heriotza · F
-En los años como reaper, jamás había sido testigo de algo similar. En Infernua, infinidad de criaturas habitan, alimentándose de las almas pecadoras que no merecen ni el cielo ni el infierno, y mucho menos el purgatorio, almas corrompidas, sucias, más allá de la salvación el día del Juicio Final.

Pero entre todos esos carroñeros, pérfidos demonios de todas las clases, alimañas rastreras, ponzoñosas, los embusteros, manipuladores, jamás había visto a una criatura comerse a un humano vivo.

Tragó saliva, y por primera vez, dio un paso atrás. La sangre de la víctima corría a raudales por el suelo pulido de la recepción de aquel edificio, mientras las piernas del desdichado solo temblaban ante la falta de un control neuronal que ya era engullido por la bestia.

Finalmente, aquella expresión y Lena -como se le conoció alguna vez en vida.- volvió su atención al azabache.

—¿Qué eres...? —Se atrevió a cuestionar en cuanto sus miradas se encontraron.-
Heriotza · F
-La historia del azabache pareciera sacado de un libro de ciencia ficción, de no ser que ella misma ha visto y sufrido cosas similares a lo que su recién conocido le cuenta.

Sin mayor ademán que solo bajarse de la espalda del lloroso recién llegado, Heriotza guarda la espada en su funda y retrocede.

—Lo creo... Son los peores y deberían recibir por igual sus castigos... —Cosa injusta, porque precisamente en su labor, solo tenía enlistados a los perpetradores directos.

Se colocó cerca de la cabeza de la presa, sin apartar la vista de las acciones de Sigurd, como si estuviese a punto de presenciar un espectáculo del que no podía perderse detalle.

El cómplice lloraba en voz baja y el que la mujer se bajara de su espada, parecía darle cierta confianza para solicitar piedad y ofrecer una retribución si lo dejaban ir.

—Por favor... juro que no volveré... no volveré aquí, ya no lo haré más! lo juro! —
Heriotza · F
—¡ESPERA!

-Inesperado el movimiento del azabache al lanzarse por la ventana y alarmada, se acercó al borde, pisando los cristales que crujieron bajo sus pies. Se lanza también, pero no en directo, sino que saltó al balcón del edificio del frente y se quedó ahí, colgada, observando atónita su rápida y grotesca regeneración tras caer. Se lanza de nuevo al frente, esta vez, sosteniéndose del borde de una ventana, cayendo cual grácil felino en el mismo lugar dónde Sigurd había aterrizado previamente.

—Carajo... debería irme de aquí, pero no.. heme aquí, como si estuviera persiguiendo a un cachorro...—Sacó rápidamente la espada, y confirmo si en el filo hubiera el nombre de alguno, un indicio, pero solo vio un brillo impecable que resplandeció a la luz de la luna brillante sobre ellos. —tsk... —Se mete también al edificio, uno de ellos espera el ascensor, y al verla a ella con la espada, asume que también está allí para cazarlos.

[b]—Aléjate de mi, perra!! Auxilio! SEGURIDAD!! —[/b]Gritó el varón que a trompicones, corrió hacia las escaleras para subir a la espera de resguardarse de la posible atacante. Heriotza no solía meterse en asuntos que no le competían pero en esta ocasión, se vio en una extraña necesidad de ser "útil"

—Cállate... —Le ordenó al hombre, tras haber dado un ágil salto, cayéndole en la espalda para obligarlo a caer pecho a tierra sobre el suelo.
Heriotza · F
-La actitud del azabache, aunque no quiera, le causa cierta confianza, pero sabe que no puede, no debe relajar tan fácilmente sus medidas de seguridad.

Al no encontrar una salida, se devolvió hasta dónde estaba él, a la entrada del departamento de Walter y observó los alrededores en busca de otra salida, que era precisamente la ventana dónde había entrado. Iba a dirigirse ahí para salir, pero al momento menos esperado, fue él quien se adelantó a la ventana.

Lo observó extrañada, parecía olfatear cual si un comensal estuviera olfateando el más delicioso de los manjares y entonces su reacción.

—¿Quién? —Preguntó Heriotza a la observación de recién conocido Sigurd. No comprendía y es que tampoco era como si ella estuviera al pendiente, pues es su espada quien le anuncia a quienes y por qué. Sólo ella puede verlo, sólo ella tiene el poder para cobrar las deudas. Entonces...

—¿Qué sucede? —
Heriotza · F
—¿Pecadores también? —

-Permaneció de pie en el pasillo, mirando con desconfianza al varón, pero llena cada vez de más preguntas ¿Por qué si el edificio estaba lleno de "pecadores" sólo un nombre se grabó en su espada? Seguramente habría un pez más gordo que ese tal Walter ¿Por qué sólo él? Se acercó al azabache, pero aún manteniendo una distancia pertinente.

—He visto infinidad de cosas improbables volverse una realidad. No me pidas calmar los nervios cuando incluso podría estar en medio de una trampa.— Le dio la espalda y caminó hacia el final del pasillo, debía encontrar pronto una salida pues no tardaría en aparecer un nuevo nombre en su espada.-
Heriotza · F
—¿Qué? —

¿Cómo podría encargarse de prácticamente un edificio entero? De ser así, porqué no hacerlo antes, justo en el momento en que decidió cortarle una mano a su presa.

—¿Cómo? ¿Y la niña? —Haciendo mención a la jovencita que Sigurd había salvado y que Heriotza se había negado ayudar para evitar ser vista. Torció la boca con disgusto y luego se mordió el labio inferior con molestia.

— Detesto las explicaciones a medias... mucho blof, pocos hechos —Abrió confiada la puerta para salir al pasillo y confirmar que de verdad, nadie había en los pasillos, pareciera que estaban solos en el lugar.-
Heriotza · F
—¿Un ángel? ¿Yo? —Soltó una pequeña risita de burla. Realmente nunca se había detenido a pensar en su especie. Era una condenada más, con una encomienda para liberarse de una deuda con el infierno. ¿Qué era? Era el terror de los delincuentes, el peso de consciencia de los pecadores, el miedo en la noche.

—No, no soy un ángel. —No respondió de igual forma con algo concreto. Se giró para ir a la puerta, y asomarse por una pequeña abertura. Era extraño que a pesar de todo el ruido que hicieron, nadie hubiera ido a tocar a la puerta. ¡Vaya! que hasta Walter había gritado ¿Y nadie acudió a ayudarlo? ¡cuanta indiferencia humana al sufrimiento ajeno! -