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Era imposible no notar la presencia de Ei, su existencia era como un negruzco nubarrón en medio de un espacio blanco, un estruendo eterno en pleno silencio. Finalmente él dejó escapar un denso suspiro, esto rompió el equilibrio que logró en el momento de la espera, sus párpados elevó con lentitud— ¿Has hecho todo lo que necesitabas? —su vacua mirada esmeralda se posó en el rostro de la arconte, no se levantó de su cómodo lugar, pero se halló predispuesto a esto en caso de ser ese el deseo ajeno.
Shondn · 100+, F
El caminar del arconte era tan elegante como una obra de arte y tan sigiloso como la noche que incluso las hojas marchitas caídas de los árboles rojizos no podían ser escuchadas bajo su andar, los zorros se darían cuenta de su presencia cuando Ei se encontraba justo en frente de Jin, entonces levantarían las orejas y harían algunos movimientos para alejarse jugueteando ー... ーEi no dijo nada, solo se limitó a verlo, observarlo descansar como si ella fuera una estatua, no quería interrumpir, pensaba en esperarlo un poco más después de todo no había prisa.
Tal y como acordaron esa hermosa noche, él la esperó a las afueras de Inazuma.

Se hallaba sentado en un peldaño pétreo, perteneciente al pequeño santuario dedicado a la eterna gobernante de Inazuma. Dada la hora, los zorros dormían prácticamente a su lado, indiferentes a su presencia, a pesar de ser capaces de detectar cualquier entidad inhumana.

Nada cambió, salvo una compra de ultimo momento: ingredientes para cocinar después, principalmente.

El paso del tiempo le fue inocuo, en ese instante pareció estar meditando, mas fue por su expresión relajado, con la mirada al frente y en absoluto silencio.

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