— Nunca puedes confiar plenamente en nadie. Mucho menos en tu contenedor. — negó con el rostro, pero la sonrisita no se iba de sus carnosos labios. Estaba satisfecha, era como una feria para ambos dónde solo ganarían más poder.
Cruzó ambos brazos por debajo de su pecho, apenas y realzando este un poco. Achinó la mirada y con aquella voz tan dulce como un atardecer en la playa, añadió.

— ¿Crees que sea posible que «el contenedor» tenga más aliados? Necesito que Odessa busque más poder de mi. Los sacrificios serán importantes en esta guerra que viene. — chasqueó los dedos, así que se abrió su portal. Ese dónde manejaba su dimensión propia. De dónde vino una preciosa espada con cosas incrustadas. Larga, mandoble, y aunque era brillante con tantas gemas, la leve luz que expedía Nymeria mostraba que el material base era oscuro. Los brillantes cubrían la parte de dónde se agarraba. Ni siquiera la tomó, solo la mantenía en el aire para que fuese apreciada. — Será mi regalo para Odessa. M