Sus huesos hicieron un ruido horrible al partirse bajo la fuerza del dragón, lo último que alcanzó a percibir fue ese sonido y luego todo se apagó, su cuerpo colgó inerte, estaba evidentemente muerto, cómo cualquier otra criatura que hubiese sufrido lo mismo que él.

Y entonces sucedió, comenzó con una pequeña chispa que surgió de entre los dedos de Shaitan pero que pronto se convirtió en una llamarada centelleante de color negro y rojo que envolvió el cuello del fénix, quemaba por supuesto, pero su función era la de sanar a Mao y devolverle poco a poco la vida, sus ojos recuperaron la luz conforme cada pieza rota de su mismo se acomodaba en su lugar.

—A-agh...— Por supuesto que aquello no era una renacimiento, este solo podía ocurrir cuando la muerte de un Fénix era completamente irremediable.