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SenelElohim · 31-35, M
La imagen de sí mismo corriendo por las calles en busca de alguien que pudiera ayudarlo, mientras su madre yacía en una cama, presa de la fiebre, acudió a su memoria, ensombreciendo su expresión por un momento; una flaqueza casi imperceptible que pronto se sacudió, dibujando la sonrisa de circunstancias habitual en él al momento. Suspiró, sin embargo, antes de continuar.
—-Hay muchos lugares que ver. ¿Qué día le han asignado para descansar? Me ofrezco como guía. —Dijo, y en un intento de disipar la melancolía del ambiente —pues también notó la mirada de Angie, perspicaz como siempre— añadió, en un tono de falso enfado: —Aunque no habrá paseo si no ha dormido adecuadamente antes. No me gustaría que se pierda de las vistas por estar demasiado cansada.
—-Hay muchos lugares que ver. ¿Qué día le han asignado para descansar? Me ofrezco como guía. —Dijo, y en un intento de disipar la melancolía del ambiente —pues también notó la mirada de Angie, perspicaz como siempre— añadió, en un tono de falso enfado: —Aunque no habrá paseo si no ha dormido adecuadamente antes. No me gustaría que se pierda de las vistas por estar demasiado cansada.
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