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«Got a long line of heartache, I carry it well
The list of lives I've broken reach from here to Hell
And a bad luck wind been blowin' on my back
Pray you don't look at me, and I pray I don't look back»
 
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Lo escuchó.

Cerró los ojos un momento, ardían un poco, mientras escuchaba sus palabras... quizá se había perdido un poco en su voz, o en el frescor de la noche, ayudada por la vegetación de alrededor. Se sentía, como hacía mucho que no, relajada, sin temor de que fuera a recibir otro disparo desde lejos... ¿qué sería de ellos? El dolor fantasma en su cabeza le llenó por unos segundos, haciéndole fruncir el ceño.

Divagó un poco entre sus pensamientos; supuso que le había contestado al hombre, o al menos eso hizo en su mente, pues sus labios no emitieron sonido alguno... por el contrario, su cabeza se había inclinado de forma involuntaria hacia un lado, apoyándola sobre el hombro del agente. Su mente seguía contestando a las preguntas que él le había hecho, pero, en realidad, había acabado dormitando sin remedio, víctima de su cansancio.
SenelElohim · 31-35, M
La imagen de sí mismo corriendo por las calles en busca de alguien que pudiera ayudarlo, mientras su madre yacía en una cama, presa de la fiebre, acudió a su memoria, ensombreciendo su expresión por un momento; una flaqueza casi imperceptible que pronto se sacudió, dibujando la sonrisa de circunstancias habitual en él al momento. Suspiró, sin embargo, antes de continuar.

—-Hay muchos lugares que ver. ¿Qué día le han asignado para descansar? Me ofrezco como guía. —Dijo, y en un intento de disipar la melancolía del ambiente —pues también notó la mirada de Angie, perspicaz como siempre— añadió, en un tono de falso enfado: —Aunque no habrá paseo si no ha dormido adecuadamente antes. No me gustaría que se pierda de las vistas por estar demasiado cansada.
SenelElohim · 31-35, M
Debía admitirlo: si ya la había encontrado hermosa desde un principio, verla con el cabello suelto solo reforzó esa noción, haciéndolo mirarla casi fascinado si bien de forma discreta.

Había tomado asiento junto a la rubia por una sencilla razón: la veía tan cansada que temía verla desplomarse ahí mismo, pero se sentía incapaz de negarle ese pequeño reposo. Así que se inclinó hacia el frente, los antebrazos apoyados en los muslos y las manos cruzadas, virando el rostro para observar a la preciosa doctora con algo más que cortés interés.

—Llevo aquí casi toda mi vida. —Respondió, con aquel tono calmo tan suyo. —Aunque crecí en una zona distinta a la que vivo ahora... Más cercana a las afueras, y al crimen. He tenido suerte llegando hasta aquí, creo; puedo preciarme de conocer tanto el corazón de la ciudad, como las zonas que otros prefieren ignorar.
ciudad. —Dijo, tratando de componerse un poco. Se había retirado la liga de su cabello, liberándolo un poco de forma descuidada. —Me gusta ver los lugares a los que llego también, con calma, aunque a veces acabo visitando más por el mapa del teléfono celular cuando me cargan tanto de trabajo.
Estaba un poco avergonzada, de una manera bastante infantil, cuando lo escuchó reírse por su poca atención; aquella vergüenza perduró, hasta que llegaron al exterior del edificio. Esa zona no la había visto, por lo que duró un rato contemplando simplemente el lugar, con un gesto neutro... que pronto cambió a un pronunciado y automático bostezo. Se había relajado lo suficiente como para que su sueño le llegara un poco.

—Perdón, han sido días muy... cansados. —Susurró, mientras miraba a su alrededor. Finalmente caminó pasivamente hacia una banca de cemento que se encontraba cerca, donde tomó asiento unos momentos. —Es un lugar muy calmado... donde trabajaba antes había un lugar así. Me gustaba visitarlo y recordar...

Dio un suspiro. Ese lugar en su otro trabajo, el primero, había también una especie de recordatorio a los caídos... pero, para ella significaba su propio fracaso. Aquella memoria le causó un pequeño dolor en el pecho.

—Imagino que usted ya conoce mucho de esta [..
SenelElohim · 31-35, M
El camino no era intricado; pero Senĕl podía entender que, para alguien recién llegado, fuese complicado distinguir entre las monótonas paredes grises y las puertas numeradas con sencillas placas de latón; al menos así era en el complejo de oficinas, dado que el frente era más parecido a una estación de policía y, por ello, veía más ajetreo.

Caminando con ella, no tardaron en llegar a un atrio, que lucía aún mejor bajo la luna, a su parecer: se trataba de un espacio abierto, con un jardín primorosamente cuidado y un cenotafio dedicado a los agentes caídos en el deber. Senĕl siempre acudía a aquel lugar cuando requería un poco de paz; cosa que se notó en la serenidad de su expresión apenas sentir la brisa nocturna, y en la calma que adornó sus palabras al hablar de nueva cuenta.

—Es una noche agradable. Lástima que esté demasiado cansada; es ideal para dar una vuelta por la ciudad. Será en otra ocasión.
SenelElohim · 31-35, M
En silencio, pero no sin sentirse divertido ante la situación, Senĕl se dejó guiar, sintiéndose como un policía que llevase a un testigo protegido a la corte; pues la manera en que Angie parecía escudarse con él le causó bastante gracia haciéndolo pensar en cuán cansada debía estar como para tener que escapar así.

Pero lo que más curiosidad le causó, fue que ella se dirigiera al lado contrario de donde se supone estaba la salida, haciéndolo pensar que quizá había algún otro pendiente que atender antes de que pudieran irse. Esa fue la razón por la que no pudo evitar soltar una carcajada ante la atolondrada petición de la chica; una que, por lo menos, no sonó burlona, sino genuinamente provocada por la gracia que la situación le causó.

—¡Hahaha! Y yo pensando que tenía algo que hacer antes de irnos. Por allá están las oficinas administrativas y el área de evidencias.

Entonces se dio la vuelta, disponiéndose a guiarla por los pasillos hasta encontrar la salida.
andaba con él hacia donde creía era la salida. Las paredes eran para ella muy monótonas, había aprendido a tomar diferencias en sus otros trabajos, pero en esta ocasión era demasiado nueva para recordar algo...

—Eh... ¿le importaría guiarme? ~
Apenas había notado que algo había rozado su puerta, cuando la abrió y lo vio de pie frente a ésta, con la mano extendida para tocar la puerta; sus labios se fruncieron un poco, pensando en lo cómica que era la situación: su desesperación por salir de allí le hicieron solamente cerrar todo con prisas y casi huir del consultorio, abriendo la puerta con cierta brusquedad.

—Hola. —Dijo, tras contener un poco su risa. —Me asombra lo puntual que es. —Se miró el reloj de pulso. —Ocho en punto... ahora hay que huir antes de que a alguien se le ocurra decirme que tengo que resolver un pendiente antes.

Y, tal cual, se asomó un poco para mirar a los costados, como si quisiera corroborar que nadie venía por los pasillos a dejarle algo, salió cuidadosamente y cerró la puerta tras ella; ya no llevaba la bata blanca, sino un simple atuendo de blusa blanca algo holgada y falda negra, ajustada, hasta arriba de sus piernas. Se apresuró a caminar, un poco usándolo de escudo humano, mientras[...]
SenelElohim · 31-35, M
Pero aún así, se tomó todo el tiempo del mundo para esperar hasta las ocho, con una tranquilidad que contrastaba en grado sumo con la impaciencia que sentía por tocar a la puerta a las ocho en punto y comprobar si Angie estaba lista para salir; pues Senĕl era un hombre sumamente puntual. Pero se las arregló, consiguiendo pensar en otras cosas mientras se tomaba un café negro en la cafetería, calculando el tiempo para recoger las dos sodas antes de deshacer el camino; de tal modo que, cuando dieron las ocho en el reloj, los nudillos del varón tocaron a la puerta con delicadeza; tal y como lo hizo antes, al inicio de la visita.

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