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TsN1521609 · F
El despejado plano celestial se teñía lentamente con el pasar del tiempo, de aquel naranja-carmín mientras de esas montañosas colinas se dejaba observar a la conocida puesta de sol, donde el astro rey abandonaba su posición poco a poco. Todavía se escuchaban las risas menores de los infantes en aquel parque de la ciudad, el fastidioso ruido y alboroto de la muchedumbre al caminar hacia sus hogares como debida obligación de ellos y las todavía tiendas que se mantenían abiertas hasta que llegara su hora.
Todo parecía tan común y normal, "Que aburrido.." pensó una voz femenina en pensamientos. Aquella silueta fémina avanzaba por aquellos alrededores de la ciudad, haciéndose cada vez más visible entre aquella muchedumbre. La intensa luz del sol que todavia no había descendido iluminaba el rostro serio de la dama, sus largos cabellos de ese color caramelo danzaban al compás de la brisa al igual que parte de la vestimenta de esta.
Llevaba un sombrero que la cubriría de aquel sol por esos momentos, sosteniendo de el para que la brisa no llegara a llevárselo consigo. Con una mano ocupada, en la otra disponible se veía aquel oso de felpa de mismo color que sus cabellos en su regazo, llevando una brillante y real corona de la realeza en su cabeza.
Aquella misteriosa y bella muchacha de apariencia de una princesa que venia de otro mundo, mostraba esas expresiones infantiles en ella inflando sus mejillas y frunciendo el ceño, molesta por tener que pasar por esa gente que se limitaba a veces a empujarla tanto a ella como a los demás. No le agradaba estar en esa situación y sus esperanzas de encontrar algo interesante se alejaba. Respirando hondamente, gruño y se detuvo para sentarse en aquella banca para esperar el autobús.
Todo parecía tan común y normal, "Que aburrido.." pensó una voz femenina en pensamientos. Aquella silueta fémina avanzaba por aquellos alrededores de la ciudad, haciéndose cada vez más visible entre aquella muchedumbre. La intensa luz del sol que todavia no había descendido iluminaba el rostro serio de la dama, sus largos cabellos de ese color caramelo danzaban al compás de la brisa al igual que parte de la vestimenta de esta.
Llevaba un sombrero que la cubriría de aquel sol por esos momentos, sosteniendo de el para que la brisa no llegara a llevárselo consigo. Con una mano ocupada, en la otra disponible se veía aquel oso de felpa de mismo color que sus cabellos en su regazo, llevando una brillante y real corona de la realeza en su cabeza.
Aquella misteriosa y bella muchacha de apariencia de una princesa que venia de otro mundo, mostraba esas expresiones infantiles en ella inflando sus mejillas y frunciendo el ceño, molesta por tener que pasar por esa gente que se limitaba a veces a empujarla tanto a ella como a los demás. No le agradaba estar en esa situación y sus esperanzas de encontrar algo interesante se alejaba. Respirando hondamente, gruño y se detuvo para sentarse en aquella banca para esperar el autobús.