— Admito que ha sido un camino muy duro, y tan admito que todavía me cuesta trabajo controlar a Fénix. Con el mínimo desorden mental amenaza con esparcirse fuera de mi, y eso me preocupa. Me preocupa que usted estén cerca de mi.— Ella apretó su mano, un enlace mucho más cercano que cualquier abrazo del pasado; era especial y es qué siempre había sido su soporte.

Su preocupación se notaba en sus ojos, aquellos verdes que en vez de ser brillantes y esperanzadores de encontraban cansados y agobiados. No había nada más que hacer, que vivir así, evitar soñar a enigma espacial y luchar cada día contra ella.

— Perdón. Tú siempre has sido tan fuerte y determinado, y ahora mismo ¡Soy un total desastre! ... Ya sé cuánto te ha dolido. Y lo siento. No merezco estar aquí, donde todos intentan reconstruir algo, algo que podría destruir.

Su mano se alejó inmediatamente, era como si el fuego empezará a quemar sus extremidades. Ardía y dolía un poco, ¿Eso era culpa? Debía siempre mantenerse