-Hizo lo posible por mantener quieto a la criatura bajo su playera que poco a poco cedía en sus filamentos; la broma tenía que ser rápida como la noticia, así que cruzó el umbral de la habitación de Leo falsamente alarmado; más bien entusiasta — ¡Leo, estamos embarazados! – se sostenía el artificial vientre movedizo, luchando por que las patas del adoptado no sobresalieran demasiado del borde.
— ¿Donde? Con nosotros. — se encargaba de rascarle la nariz para mantenerlo quieto, pues posteriormente se acercaría al rubio para dejarlo contemplar al animal de cerca. Sus alas ni siquiera podían plegarse y aunque venenoso, su aguijón parecía más frágil y traslucido — Soy buen domador de bestias, ¿o no te consta? — largó una mirada con cierto descaro que tenía la intención de disipar ese descontento obvio en su pareja.
