La pesadez de su humor y su cuerpo le impedían escuchar el compás de las pisadas contrarias, por eso, creyó seguir acompañado hasta el preciso momento en el que abrió la puerta, queriendo cederle el caballeroso primer paso fuera de la mansión — Por favor después de... ¿Ti?— Para su sorpresa, sólo el aire escapó a través del portal. La buscó con varios movimientos de cabeza de lado a lado, contrariado. Tras unos segundos, se resignó; finalmente eso era lo que esperaba lograr.

No reconoció nada de lo que veía al avanzar tras él ¿Como fue que pudo entrar a la habitación de alguien sin siquiera conocerlo? Eso le preocupó muchísimo, pero no lo que sucedió a continuación. Después de seguirlo por unos pasos hacia lo que parecía ser una salida, simplemente se desvaneció en el aire.

Largó un suspiro — ... Ya lo sé, niña, ya lo sé. ¿Por qué siempre soy el que se topa con los que no deberían estar aquí? — masculló entre dientes aquel que representa al siempre hastiado escorpión. Se perfiló, dispuesto a avanzar hacia la salida — Sígueme. —

— Oh, sí, sí. Lamento haber entrado así, no sé cómo pasó..

— Bueno, la cosa no es esa. En realidad no deberías estar aquí, es propiedad privada. Te acompañaré hasta la parada, por aquí... -

— Debo decirle que no sé cómo es que terminé aquí, seguramente me perdí. Igual cuídese, quizás por eso me metí por la ventana..

— ... Debo empezar a considerar que la privacidad no es algo que se practica en el mundo terrestre hoy día. De cualquier manera, Gabrielle, agradezco tu preocupación, tendré más cuidado.

— Me llamo Gabrielle, aún no sé cómo es que llegué hasta aquí. Igual sólo quería decirle eso, cuídese mucho.

— Lo estoy pero, ¿Tú quien eres?

— Luce un poco cansado.. eso creo.