Se percató temprano; no fue el mejor momento por haber despertado al lado de Leo pero tampoco armó un escándalo al respecto por ser, precisamente ese detalle, el que le disparó una serie de ideas que en su mayor parte consistían en no salir de esa habitación. Nadie más se daría cuenta, a menos que a los indiscretos se les ocurriera echar un ojo a la compacta e improvisada "luna de miel/retirada espiritual" entre ellos dos.
Corrió sus dedos entre la senda ligeramente húmeda y cerrada que fácil supo abrirle camino hasta curvearlos y tocar el acceso a su verdadera intimidad, a la vez rozando con el dorso de la mano la virilidad del otro, de textura y añoranza familiar. Respingó entre los brazos del pelirrojo, clavándole las uñas de punta afilada de mayor longitud — ¿Tu piensas en sexo veinticuatro horas al día, dame un respiro. — recriminó entre risas a sabiendas de que atacaba también su comportamiento con esa broma. Removió la mano en retroceso para descansar del vértigo que se ocasionó a sí misma — ... ¿No te tienes que alistar para ir al trabajo? Si me tocas es para seguirnos todo el día. —
