—Agradezco sus palabras Master. Aunque me pregunto ¿quién cuidará que no le hagan daño a usted? ..Oh,. Disculpe mi insolencia.
Al espetar la cuestión su rostro pasó como un fnatasma tras la exótica lampara que cargaba a todos lados, emanaba una tenue luz en la cual podía ver, si se fijaba bien toda clase de sucesos ¿vería que peligros le esperaban al Mago? Si fue así no dio indicio alguno, se perdió entre las memorias de ciclos pasados; si todo se complicaba podía desempolvar sus historias fantásticas pero claro; dependiendo de que rey fuese.
– Soy el mejor estratega e investigador de esta época, además de un magus de categoría decente, no dejaré que te dañen. No eres un servant para combatir, sólo creo que tus habilidades nos vendrían perfectas para que ambos no muramos.
Añadió el varón como intentando sin duda sosegar ese terror implícito que llevaba la mística mujer dentro de sí, ya Saber sería su espada, eso parecía ser el destino que se asomaba con respecto a las misiones que se acercaban, mientras Scherezade, sería su "Loremaster", aquella que tenía información y conocimiento, sobre todas las cosas y al mismo tiempo podría protegerle mientras se metía más en la investigación con sus poderes de... manipular la realidad.
No puede negar la verdad en sus palabras y una punzada de ¿malestar? ¿tristeza? ambos quizá, ese sentimiento le atravesó el pecho, no brotaban más palabras de sus labios pero sus manos se afianzaron con fuerza al mango de lo que a simple vista pasaba a ser una coqueta lampara de aceite con ese romántico aire de oriente. No iba a dejarla escapar ¿cierto? se podía leer en su mirada, al menos no hasta que obtuviese lo que buscaba ¿sería un buen rey? Eso esperaba.
– Comprendo. Entonces le pido que escuche mi único deseo: No me asesine, Master.
– ¿Enviarte de vuelta Caster? Eso no será posible, enviarte de vuelta sería igual a enviarte a una existencia silenciosa donde las historias no existen, ¿No prefieres vivir una nueva oportunidad?
Dijo así el varón mientras sus ojos se mantuvieron con calma para observar a la figura que lentamente se manifestaba ante sí, deseando salir de ese lugar. Por lo que de su asiento se levantó, dando pasos calmos hacia ella, para quedar frente a la mujer, con ambas manos en el bolsillo, se le mostraba tranquilo, serio, imponente, quizá como los reyes sabios de las eras antiguas, sin temor alguno y determinado.
– Es tiempo de construir nuevas historias para ambos.
De nuevo. El ciclo había comenzado una vez más y aquel primitivo sentimiento fue la primer chispa: ¡El miedo! tantas muertes, tantas vidas ¿que no podían simplemente dejarla en paz? Un primer pensamiento tan oscuros como las sombras que rápidamente volvierona consumir aquel espacio, ahora solo iluminado por las crepitantes llamas del fuego que ardía en el hogar a sus espaldas, quizo permanecer con los ojos cerrados en espera que así, todo esto pasara como una ilusión ¿los espíritus soñaban? no lo recordaba, recordaba reyes, malos reyes...
-En medio de la sala de estar Waver se mantendría silencioso en la misma, habiendo despejado el lugar de la mesa para dibujar un círculo de convocación en la elegante Mansión El Melloi, ¿Porqué no hacerlo en algún otro lado más conveniente? Bueno la respuesta era bastante sencilla, la Mansión tenía 1000 y una protecciones mágicas gracias a su mentor, Kayneth y ahora como heredero del título estas le pertenecían a Waver. Por lo que posando un antiguo pergamino del medio oriente en el suelo, daría un paso hacia atrás, alzando su mano para que repentinamente aquel círculo comenzara a brillar. El elegante Lord observaba impávido, tranquilo, serio mientras sus ojos observaban el suceso, cabellos negros sedosos ondeándose mientras las palabras del ritual eran susurradas. Muy pronto, llegaría a quien esperaba.-
