SawakoKuronuma

A Kazehaya le gustaba ver a la gente sonreír, pero por algún motivo desconocido, la sonrisa de esta chica, de esta persona que sin conocerlo lo ayudó, le resultaba agradable y.. ¿Podría ser la sonrisa más bonita que hubiese visto a tan corta edad? Un muy tenue sonrojo se apoderó de sus mejillas sin que él se diera cuenta, el único vestigio de su estado de ánimo fue cierto calor en su rostro. ¿Qué era aquella sensación? ¿Cómo era posible que la sonrisa de una desconocida lo hiciera vibrar de pies a cabeza?

Desconcertado, Kazehaya agradeció con un gesto típico japonés, y reanudó su camino, temiendo llegar tarde a clases. Pero... tras haber avanzado un par de metros a la dirección que le indicaron, no pudo evitar detenerse y echar un vistazo hacia atrás.


.....

Fue un momento eterno y efímero a la vez en que las miradas de ambos se cruzarían. Escuchó muchas veces esas absurdas historias de que los encuentros no son por mera casualidad, sino que las personas se entrelazan por algo más fuerte, algo llamado destino. ¿Sería su caso?

Sacudió levemente la cabeza, y le sonrió a la distancia, para así ir directo a la institución.

Primer día de clases. Tal vez era un nuevo motivo para levantarse más temprano de la cama, asearse e ir con tiempo a la escuela, pero como era de esperarse en cualquier joven adolescente, sus ojos no se abrieron sino hasta unos minutos después que la alarma sonó. Sostuvo entre sus labios una rebanada de pan tostado y salió a toda velocidad hacia la secundaria, mas sus apresurados pasos se fueron tranquilizando conforme saludaba a algunos de sus compañeros que se integrarían en la misma aula que él. ¡No podía negarle el saludo a nadie! Aunque.. poco a poco, y sin darse cuenta, su camino se tornó solitario. No era algo que molestara a Kazehaya, pues el único inconveniente que tenía era la dirección hacia la institución.

Las calles se dividían en un par de caminos. ¿Qué rumbo era necesario tomar? Vaya, y para mala suerte, nadie transitaba por ahí... O eso pensó. Dejó de observar el camino que su intuición le señalaba para girar el rostro a una joven de largos cabellos azabache y piel blanca, como la porcelana.

Es...

Con el asombro asomándose en sus ojos, el muchacho emitiría una amigable risa. Parecía como si le hubieran leído la mente en cuestión de segundos.


¡Te lo agradezco mucho! ¡Justo estaba preguntándome cuál camino debería tomar! ¡Eres muy amable!