—Solicitud declinada. Saria está pidiendo de nuevo que Ptilopsis mienta. Mentir. Prohibido.— Guardó silencio, parpadeando un par de veces. No podía empatizar con los sentimientos de Saria. En realidad, le era difícil empatizar con cualquier cosa, pero quizás era la suerte de la Wyvern, Ptilopsis también conocía cuáles eran las prioridades de su equipo en Rhodes Island, y hacía su mejor esfuerzo para ser de ayuda.

Miró a Saria con esos grandes ojos ámbar, sus expresiones en verdad recordaban a las de un ave real. —Ptilopsis simplemente archivará cierta información en general, si nadie la pregunta.— Aunque se había inmiscuido en complicidad con Saria, su rostro permanecía inexpresivo.

De verdad que a Ptilopsis no se le iba nada, no podía refutar eso por lo que solamente asintió dejando escapar una risa ahogada. Observó a detalle el encargo, debía ser algo importante para que Magallan solicitará directamente su ayuda y no la de otros operadores de Rhodes. Suspiró y estiró ligeramente su cuerpo ya que con esa indicación no había de otra más que ir a descansar y presentarse a primera hora para asegurar el embarque. —Si prometo ser más responsable, ¿Guardarias el secreto de mi falta? —

Nuevamente debía intentarlo, aunque convencer a Ptilopsis era una tarea dura, al final había dado en el clavo con eso del soborno.

—Ptilopsis ha analizado varios resultados posibles con base en el previo comportamiento de Saria y soborno es la palabra más probable a usar.— Siguió con su mirada fija los movimientos de la Wyvern, más ella estaba solicitando cierta información, que, como operadora de élite no podía negarle. Ptilopsis sacó un dispositivo del bolsillo de su vestido, y lo abrió para desplegar su funcionamiento, de la más avanzada tecnología.

—El equipo llegará desde Lungmen a Rhodes Island a primera hora del día de mañana.— su dedo se deslizaba sobre la pantalla, mientras la observaba. —Ptilopsis no dirá nada acerca de los malos hábitos de Saria hasta que llegue el embarque. Necesitamos la ayuda en el laboratorio.— Cerró el dispositivo y de nuevo miró a la Wyvern, que seguramente perdería sus privilegios de ingresar a aquél lugar, aunque fuese de ayuda su fuerza. —Saria debe prometer ser más responsable.

Debía tener cuidado con sus palabras o acabaría delatada y seguramente ganándose un reclamo por parte de Silence y eso era lo que menos necesitaba ahora que las cosas comenzaban a sentirse un poco en paz. — ¿Sobornar? - negó con su cabeza. — No he usado esa palabra. - rascó su nuca con su diestra y después se puso de pie. Tanto tiempo había pasado entre las liberi que resultaba fácil leerlas. — Además le dirás de todas formas. — suspiró pesadamente antes de relajar su postura. — Magallan me llamó, dijo que necesitarían ayuda con el traslado de un equipo. ¿Ha llegado ya? — Evasión del asunto, aunque muchos dicen que las liberi tienen memoria a corto plazo la verdad esque no es así, recuerdan todo a la perfección. Así que esa evasiva tampoco tendría éxito alguno.

Ladeó el rostro ligeramente, como lo haría un curioso búho. No había que ser ningún experto para notar que la mente de la Liberi no funcionaba de forma ordinaria, aunque no siempre fue así... Los cristales incrustados en su cerebro la hacían parecer más una máquina que una persona, mientras analizaba las palabras de la Wyvern.

—¿Intentas sobornar a Ptilopsis para que no reporte tu mal comportamiento?— Las plumas en su cabeza se esponjado ligeramente, aunque su voz sonaba tan taciturna como siempre.

Si alguna vez alguien preguntaba sobre la voz de la razón, sin dudar diría que Ptilopsis. Desde un punto profesional y frío, sin tintas a medias y quizás de la manera más aterradora posible, el equipo de Rhine Lab estaba formado por las más preparadas y es por eso que Saria no se atrevía a cuestionarlas. Miró el cigarrillo en el suelo y después levantó la mirada hacia Ptilopsis. — ¿Y la doctora Silence se enterará de esta falta? — la menos debía intentar.

—Saria no debe fumar dentro de las instalaciones. Eso despertará la ira de la doctora Silence.— Le arrebató el cigarrillo y lo dejo caer al suelo, sus ojos prácticamente sin parpadear se mantenían fijos en la Wyvern.