— Siento que nos están observando, además creí que tendría el mismo resultado en usted, yo...me siento un poco inquieta y avergonzada pero usted lo disfruta.— Frunció el ceño y decidió aplicarle un muy pequeño pellizco sobre el glúteo de su amado monje. — No es justo—
Vamos, vamos. No te pongas nerviosa, mi querida Sango -Exclama sin detener la caricia- Es totalmente normal que las parejas como nosotros hagan éste tipo de cosas Ja ja ja -Sonríe muy alegre, animado por encontrarse en esa inusual situación donde su mujer había adquirido algo de sus peculiares hábitos.
Pues viniendo de ti... creo que es algo maravilloso -Exclama, aprovechando la ocasión para deslizar su diestra y hacer lo mismo con el trasero de la joven exterminadora