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SabrielWolrick · 31-35, F
Outside. Seguro. Le dejaré la historia de Samantha y antes de ello, gracias por agregarme.
Timothy y Clare no eran la pareja feliz y acomodada que cualquiera creía al verlos. Resultaban ser una pareja muy problemática con peleas todos los días, con insultos hora tras hora, con gritos que atropellaban en la cabeza de quien le escuchaba. El matrimonio procreó dos hijos: Alexander y Samantha. Los niños presenciaron todos los días de su infancia el maltrato que su padre le ofrecía a Clare sin ningún reparo, quién sólo se interponía en el camino para que el hombre nunca se acercara a sus hijos. Un día cualquiera, cuando los esposos peleaban una vez más, la niña pelirroja se escondió debajo del buro de su habitación, sujetándose las piernas y apretándolas contra el pecho, el hijo mayor estaba a su lado, con la mandíbula tensa y los ojos entornados. Entonces Clare apareció en la puerta con una expresión de desesperación y miedo profundo. Tomó la mochila del día de su hijo mayor y comenzó a meter ropa de ambos, con rapidez, sin siquiera detenerse a mirar cómo cabía o que tenía. Les hablaba en un volumen bajo y frenético diciéndoles que tomasen sus cosas y las metieran en sus mochilas porque irían a visitar a sus abuelos en California. Ninguno dijo nada, pero secretamente agradecían que por fin fuera a irse de aquél lugar lleno de represión y tristeza. Bajando las escaleras, Timothy apareció con una cara furibunda, de ira pura, sus ojos inyectados en sangre, en Clare... En Samantha. Nadie lo pensó, su hermano sujetó su pequeña mano y esquivó a sus padres corriendo a la puerta, saliendo y dirigiéndose al coche. Adentro se escuchaban los golpes de cosas arrojándose, gritos, maldiciones, insultos. Alexander quería alejarse de ahí, llevarse a su hermana, protegerla y mandar todo al diablo. Olvidarse de sus padres. En la casa un disparo despertó las mentes atormentadas de los infantes.
Dos años después del fatídico día dónde Clare le disparó a su propio esposo y ella se suicidara segundos más tarde, los hijos del matrimonio fueron dados en adopción, por separado. Ningún familiar quiso aceptarlos, todos se desligaron de responsabilidades, nadie los quería. Por cualquier lado que lo viesen ellos eran los causantes de la muerte de los parientes cercanos, sus padres. La pelirroja nunca entendió esta parte de su vida, no entendía por que tuvieron que alejarla de su hermano, ni tampoco porque él permitió que así fuera. Darren y Hazel O'Hara eran una pareja feliz con un futuro alentador y un patrimonio real y puro. Ellos se amaban, hacían las cosas juntos, evitaban separarse por mucho tiempo y toda esa manifestación de cariño se representó en la adopción de una niña. Samantha realmente encontró la felicidad ahí, los vio como unos padres reales y cariñosos, le gustaba pasar tiempo con ellos porque ambos gustaban de hacer viajes familiares e ir de campamento, la consentían y le ayudaban en el Colegio. La pelirroja solía sonreír todo el tiempo. ¡Qué tragedia la muerte de éstos dos personajes! Eran las seis de la tarde con tres minutos cuando la familia O'Hara viajaba en auto a una de sus tantas excursiones. Cantaban canciones de Michael Jackson mientras reían y se divertían dentro del auto. La pareja iba delante, la hija iba detrás. Fue un momento pequeño, cuando Charlotte dijo cuánto los quería, que ellos conmovidos voltearon a mirarla. No vieron cuando el tráiler con troncos de árboles y tocones se derrapó por la autopista perdiendo el control, no vieron cuando rápidamente, se volcó y dirigió sus luces delanteras directo al frente del carro, sólo vieron segundos antes de que el gran móvil chocara contra el de ellos y la luz se apagara.
Desde ese día la vida para Samantha no volvió a ser igual. Se dedicaba a saltar en casas hogares, sintiéndose sola, desdichada y herida. En la escuela le practicaban bullying, no encajaba en los lugares en dónde estaba. Los trabajadores sociales solían mirarla con lástima cuando se aparecía por el comedor del orfanato y la elegían en tercero o cuarto lugar cuando una pareja iba a buscar algún niño por querer como hijo propio. Eso, sin embargo, no impidió que la adoptaran dos veces más antes de cumplir los catorce años. La primera fue la familia Morris: dos jóvenes que empezaban a crear una vida, que no podían tener hijos, pero la vida de la protagonista ha estado cubierta de tragedias. Fallecieron en el trabajo, él por un disparo de bala perdida, ella por depresión. La segunda familia fueron los Hematoma. Una familia tan problemática como la biológica, dónde la discriminaban y le maltrataban. Samantha nunca dijo nada con los trabajadores sociales, porque dos cosas le hicieron quedarse ahí, aunque sus padres adoptivos fueran malos con ella, sus abuelos en otro caso, eran su vida. Se encariñó tanto, los amó tanto, que por sí sola los adoptó como padres. Adoptó su apellido y lo mantuvo hasta hacerse adulta, con respeto y orgullo de ellos, la segunda razón fue el Viajero, su mentor.
Timothy y Clare no eran la pareja feliz y acomodada que cualquiera creía al verlos. Resultaban ser una pareja muy problemática con peleas todos los días, con insultos hora tras hora, con gritos que atropellaban en la cabeza de quien le escuchaba. El matrimonio procreó dos hijos: Alexander y Samantha. Los niños presenciaron todos los días de su infancia el maltrato que su padre le ofrecía a Clare sin ningún reparo, quién sólo se interponía en el camino para que el hombre nunca se acercara a sus hijos. Un día cualquiera, cuando los esposos peleaban una vez más, la niña pelirroja se escondió debajo del buro de su habitación, sujetándose las piernas y apretándolas contra el pecho, el hijo mayor estaba a su lado, con la mandíbula tensa y los ojos entornados. Entonces Clare apareció en la puerta con una expresión de desesperación y miedo profundo. Tomó la mochila del día de su hijo mayor y comenzó a meter ropa de ambos, con rapidez, sin siquiera detenerse a mirar cómo cabía o que tenía. Les hablaba en un volumen bajo y frenético diciéndoles que tomasen sus cosas y las metieran en sus mochilas porque irían a visitar a sus abuelos en California. Ninguno dijo nada, pero secretamente agradecían que por fin fuera a irse de aquél lugar lleno de represión y tristeza. Bajando las escaleras, Timothy apareció con una cara furibunda, de ira pura, sus ojos inyectados en sangre, en Clare... En Samantha. Nadie lo pensó, su hermano sujetó su pequeña mano y esquivó a sus padres corriendo a la puerta, saliendo y dirigiéndose al coche. Adentro se escuchaban los golpes de cosas arrojándose, gritos, maldiciones, insultos. Alexander quería alejarse de ahí, llevarse a su hermana, protegerla y mandar todo al diablo. Olvidarse de sus padres. En la casa un disparo despertó las mentes atormentadas de los infantes.
Dos años después del fatídico día dónde Clare le disparó a su propio esposo y ella se suicidara segundos más tarde, los hijos del matrimonio fueron dados en adopción, por separado. Ningún familiar quiso aceptarlos, todos se desligaron de responsabilidades, nadie los quería. Por cualquier lado que lo viesen ellos eran los causantes de la muerte de los parientes cercanos, sus padres. La pelirroja nunca entendió esta parte de su vida, no entendía por que tuvieron que alejarla de su hermano, ni tampoco porque él permitió que así fuera. Darren y Hazel O'Hara eran una pareja feliz con un futuro alentador y un patrimonio real y puro. Ellos se amaban, hacían las cosas juntos, evitaban separarse por mucho tiempo y toda esa manifestación de cariño se representó en la adopción de una niña. Samantha realmente encontró la felicidad ahí, los vio como unos padres reales y cariñosos, le gustaba pasar tiempo con ellos porque ambos gustaban de hacer viajes familiares e ir de campamento, la consentían y le ayudaban en el Colegio. La pelirroja solía sonreír todo el tiempo. ¡Qué tragedia la muerte de éstos dos personajes! Eran las seis de la tarde con tres minutos cuando la familia O'Hara viajaba en auto a una de sus tantas excursiones. Cantaban canciones de Michael Jackson mientras reían y se divertían dentro del auto. La pareja iba delante, la hija iba detrás. Fue un momento pequeño, cuando Charlotte dijo cuánto los quería, que ellos conmovidos voltearon a mirarla. No vieron cuando el tráiler con troncos de árboles y tocones se derrapó por la autopista perdiendo el control, no vieron cuando rápidamente, se volcó y dirigió sus luces delanteras directo al frente del carro, sólo vieron segundos antes de que el gran móvil chocara contra el de ellos y la luz se apagara.
Desde ese día la vida para Samantha no volvió a ser igual. Se dedicaba a saltar en casas hogares, sintiéndose sola, desdichada y herida. En la escuela le practicaban bullying, no encajaba en los lugares en dónde estaba. Los trabajadores sociales solían mirarla con lástima cuando se aparecía por el comedor del orfanato y la elegían en tercero o cuarto lugar cuando una pareja iba a buscar algún niño por querer como hijo propio. Eso, sin embargo, no impidió que la adoptaran dos veces más antes de cumplir los catorce años. La primera fue la familia Morris: dos jóvenes que empezaban a crear una vida, que no podían tener hijos, pero la vida de la protagonista ha estado cubierta de tragedias. Fallecieron en el trabajo, él por un disparo de bala perdida, ella por depresión. La segunda familia fueron los Hematoma. Una familia tan problemática como la biológica, dónde la discriminaban y le maltrataban. Samantha nunca dijo nada con los trabajadores sociales, porque dos cosas le hicieron quedarse ahí, aunque sus padres adoptivos fueran malos con ella, sus abuelos en otro caso, eran su vida. Se encariñó tanto, los amó tanto, que por sí sola los adoptó como padres. Adoptó su apellido y lo mantuvo hasta hacerse adulta, con respeto y orgullo de ellos, la segunda razón fue el Viajero, su mentor.