Claro que he venido aquí. Qué menos que tener un poquito de cortesía en una noche tan fría.

-Contempló sus gestos, ligeramente asombrado por la impetuosa respuesta por parte de la rubia. Quién le diría que tendría las cosas tan claras, a tal punto de ir directa al grano.- ¿Qué? ¿Quieres que te diga lo bonitas que tienes las tetas como si fuera un perro verde? Ay, corderito, qué poca sensación de misterio la tuya.

-No le desagradaba charlar con personas de aquella clase, es más, le sonsacaba una risa genuina. Resultaban una buena forma de entretenimiento en las hastiosas sombras de la noche.-

No sabría decirte con esa ropa. Vas a resfriarte. -No era una preocupación real, mas solo un pequeño consejo.- Y tampoco querrás contagiar a otros.