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31-35, M
“You don’t survive in the wild by standing in plain sight.”
About Me
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[quote]“Sólo cuando perdemos todo, somos libres de hacer lo que queramos.”[/quote]

[center]|| Lone wolf || Vengeful || Misanthrope ||[/center]


La vida es preciosa cuando está llena de rosas, buenas intenciones, y la inocencia es sólo corrompida con la astucia y el aprendizaje que uno adquiere ante los pasos pero… ¿Por qué violarla con la excusa de abogar al miedo a lo desconocido? ¿Por qué luego se lavan las manos después de cagarlas en masa bajo su propio egoísmo?

Samael fue el encadenado de estas intenciones de un falso bien mayor, siendo su conciencia perforada desde el misticismo de lo incógnito hasta la fecha, cargando con el peso de la sangre y los malos recuerdos, después de haber sido criado a partir de los no verdaderos.

Siendo un lobo desde nacimiento pero exiliado apenas en su juventud cuando una maldición cayó en él y en una loba aparte de él, siendo los golpes en los recuerdos quiénes desvelaron en su propia causa de quién se trata de él, y en una metamorfosis de las que Kafka podría relatar, fue víctima, esta vez, en una inversión a un cuerpo humano, al cual nunca deseó, escoltado a una memoria que se congeló.

Ante el cuerpo de un joven, siendo posicionado cual fuera una cuenta nueva en el curso de la vida, se vio envuelto en un ambiente que contrasta a su punto de origen, siendo en una ciudadela de operaciones que es encabezadas por cazadores, leñadores, pescadores y recolectores que penden del nomadismo. Y así mismo, fue envuelto en un mundo al cual no pertenecía, convirtiéndose en un muchacho diestro en el hacha y maestro de trampas que alejaría a las fieras de los oscuros bosques, que compartían lecho con la manada que lo convirtió en un rezagado social.

A pesar de que los lobos sólo son acechantes a su conveniencia y a sabiendas que Samael está relacionado a ellos, fue dirigido e instruido a darles muerte, partiendo sus cráneos con el hacha que portaba y despedazando los restos de carne con las manos, pero a medida que eso pasaba, un golpe insistente taladraba su hipotálamo, restaurando sus recuerdos en fragmentos.

Cuando el lobo creció, los dolores aumentaban y sus rasgos lupinos se manifestaron por vez primera cuando cayó entre sus manos la única loba que nunca estuvo de acuerdo con su exilio, quién fue que lo tomó como una cría propia al no ser lo que esperaban para sus codiciosos progenitores, pero su muerte, fue quien detonó la chispa animal, desgarrando su piel, gritando del más agudo dolor, y perdiendo el sentido de su propia existencia.
La culpa sólo fue propia, dirigida por una cadena fortuita de gente que le creó una vida intangible y sueños materializados a una farsa, y en sus pasos de sangre, la familia humana que lo había recogido, había tomado rumbos desconocidos.

Para ese entonces, todo lo que él conocía, se desvanecía cual agua entre los dedos, siendo sus llantos en vano y la sangre ardía en cánticos de recobrar el descanso eterno de los caídos.

Con la ayuda de su hacha, su fuerza física, el hambre insaciable que demandan sus colmillos y estómago, y el grito de venganza, está en eterna búsqueda de los cazadores que dieron su marcada instrucción de exterminación.

No vale la pena vivir, si ya estás muerto por dentro al asesinar tu existencia.