~rôle [Rol de mas de 1 parrafo,abstenerse de no ser asi.]
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Kail33na · 100+, F
Nuestra dama trasmitió su férrea mirada a quien se engalanaría con cierto bombín azabache. Éste en respuesta, le obsequió un asentir circunspecto por medio de un codificado lenguaje que sólo ellos se daban el lujo de saber ¿Maniobrarían algo en especial? Era un enigma.
La disociación subsiguiente del par no facilitó terreno a sospechas, pues el conocimiento previo obtenido de la edificación les permitió transitar descocadamente. Por un lado, él se habría perdido de la vista; por otro, la fémina se habría dirigido mesurada y tardíamente hacia el lugar establecido para la orquesta.
En su llegada, un pronunciado haz luminoso se extendió casi cegadoramente. Viéndose su silueta femenina con gran detalle, con todas sus curvas perfectamente ubicadas a cada ligero paso que daba en dirección al comedor, un salón extra al lado del teatro. Arrebaría miradas, y fomentaría un nuevo tema al público mórbido para cuchichear entre ellos. Esto hizo que el motivo porque terminara la actuación fuera más esperado. Y así pasó.
Cuando las luces de la estancia rápidamente volvían con todo su esplendor, se iniciaría el festín y las habladurías aparentemente quisquillosas. Cabe decir, que no todos permanecerían sentados en las numerosas mesas, no con ella ahí. Hombres privilegiados del más alto rango político y militar habrían sido los primeros en el acercamiento con la fémina, y posiblemente serán los únicos. Según los rumores: “A ella se debía a que todo personaje con tales cargos máximos en el mundo humano, estuviera donde está.”
Vicepresidente: —Tan deslumbrante como costumbre… Directora.
Primer Ministro: —También lo pienso así.
Jefe de Defensa: —¿Aceptaría una copa?
Fulminantes, esa era la palabra apropiada para describir los carmesíes orbes. Aceptó la copa por cortesía a pesar de no poder trasmitir agrado en la invitación. Y con levantar levemente la bebida se retiró sigilosamente con aquel adorno cristalino entre sus finas falanges.
A veces admitía profundamente que convendría actuar diferente; su mala fama desde hace mucho indujo distanciamientos fuertes, especialmente de quienes temían a lo desconocido: ¿Cómo una mujer podía realizar esos rumores? Tendría que ser algún tipo de criatura demoniaca o similar, para conceder aspiraciones tan codiciosas. De ello se había ganado el desagrado, el temor de muchos, e incluso la propia Iglesia estaría en contra de ella. ¿Le importaba? ¿Le importaba aquellas opiniones o incluso saber que podrían asesinarla en cualquier momento? Con toda seguridad su contestación sería un no. Le tenía sin cuidado la opinión, o las circunstancias que no estaban íntimamente en sus planes.
Como rara vez se le veía públicamente, deslizarse inadvertida ante diversos ojos era fácil; y cuando logró salir hacia los pasillos, fue en busca de un salón en específico.
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La disociación subsiguiente del par no facilitó terreno a sospechas, pues el conocimiento previo obtenido de la edificación les permitió transitar descocadamente. Por un lado, él se habría perdido de la vista; por otro, la fémina se habría dirigido mesurada y tardíamente hacia el lugar establecido para la orquesta.
En su llegada, un pronunciado haz luminoso se extendió casi cegadoramente. Viéndose su silueta femenina con gran detalle, con todas sus curvas perfectamente ubicadas a cada ligero paso que daba en dirección al comedor, un salón extra al lado del teatro. Arrebaría miradas, y fomentaría un nuevo tema al público mórbido para cuchichear entre ellos. Esto hizo que el motivo porque terminara la actuación fuera más esperado. Y así pasó.
Cuando las luces de la estancia rápidamente volvían con todo su esplendor, se iniciaría el festín y las habladurías aparentemente quisquillosas. Cabe decir, que no todos permanecerían sentados en las numerosas mesas, no con ella ahí. Hombres privilegiados del más alto rango político y militar habrían sido los primeros en el acercamiento con la fémina, y posiblemente serán los únicos. Según los rumores: “A ella se debía a que todo personaje con tales cargos máximos en el mundo humano, estuviera donde está.”
Vicepresidente: —Tan deslumbrante como costumbre… Directora.
Primer Ministro: —También lo pienso así.
Jefe de Defensa: —¿Aceptaría una copa?
Fulminantes, esa era la palabra apropiada para describir los carmesíes orbes. Aceptó la copa por cortesía a pesar de no poder trasmitir agrado en la invitación. Y con levantar levemente la bebida se retiró sigilosamente con aquel adorno cristalino entre sus finas falanges.
A veces admitía profundamente que convendría actuar diferente; su mala fama desde hace mucho indujo distanciamientos fuertes, especialmente de quienes temían a lo desconocido: ¿Cómo una mujer podía realizar esos rumores? Tendría que ser algún tipo de criatura demoniaca o similar, para conceder aspiraciones tan codiciosas. De ello se había ganado el desagrado, el temor de muchos, e incluso la propia Iglesia estaría en contra de ella. ¿Le importaba? ¿Le importaba aquellas opiniones o incluso saber que podrían asesinarla en cualquier momento? Con toda seguridad su contestación sería un no. Le tenía sin cuidado la opinión, o las circunstancias que no estaban íntimamente en sus planes.
Como rara vez se le veía públicamente, deslizarse inadvertida ante diversos ojos era fácil; y cuando logró salir hacia los pasillos, fue en busca de un salón en específico.
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«"They say knowledge is power... But I say it is a poison."»
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