~rôle [Rol de mas de 1 parrafo,abstenerse de no ser asi.]
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JB1535635 · F
No dejó que tocara por más segundos su marca que la mantenía atada a la vida eterna. Soltó su mano y pronto guardó la propia en uno de los bolsillos de su pantalón. Con los dedos de su mano libre, rascó una de sus cejas mientras que soltaba una corta risa. Mayormente no solían dar con su marca de Caín, pero para todo siempre había una primera vez, ¿no? Tal vez si era más despreocupada con la estrella de Caín el contrario no notaria nada fuera de lo común. Liberó su mano de los bolsillos e incluso volteó un poco la muñeca para observarla por si misma. Una estrella en el medio de su pálida piel, de un tono netamente sonrosado... como si fuese la marca de una cicatriz que se había hecho justo en esa forma. Qué curioso, diría cualquiera... como el masculino.
– Sí, lo es. Suelen decírmelo bastante, ¿sabe usted? –Una mentira más a la lista mental que ya llevaba. Bueno... la última no era como si fuese a dañar a alguien.
La estrella de Caín había residido en su muñeca en cada una de sus vidas, indicándole su principal función: ceder ante el deseo del universo. Ella y su complemento llevaban las estrellas de los dos hermanos que representaban la traición y la lealtad: Caín y Abel. Y el solo portar cada marca también les hacia recordar como cada una de las dos podría reaccionar, una traicionando y la otra... confiando. Esa era la principal razón por la que ella era temida entre el montón de los invocados, incluso más temida que Emilia. Después de todo fue fruto de los sentimientos perversos. Alejó todos esos pensamientos de su cabeza cuando escuchó la última interrogante del contrario. Bajó su muñeca para colocarla al lado de su cadera y apretó los labios ¿Qué lugar sería el indicado? Dios, hacia demasiado que no estaba en Rusia y ya no podía recordar lugar famoso alguno para que fuera más fácil ubicarla. Podría irse a algún museo, biblioteca... parque... ¿Parque Central? Todas las ciudades lo tenían, eso era por seguro. Entrecruzó sus propios dedos y le sonrió con su par de ojos azules.
– El Parque Central será entonces. Llegué aquí con compañía pero... bueno, tuvimos una pequeña pelea y luego me aparté de él. Así llegué aquí. Qué tonto, ¿no? –preguntó, con complicidad.
Rogó por dentro que si existiera un Parque Central en aquel país del difícil idioma.
– Sí, lo es. Suelen decírmelo bastante, ¿sabe usted? –Una mentira más a la lista mental que ya llevaba. Bueno... la última no era como si fuese a dañar a alguien.
La estrella de Caín había residido en su muñeca en cada una de sus vidas, indicándole su principal función: ceder ante el deseo del universo. Ella y su complemento llevaban las estrellas de los dos hermanos que representaban la traición y la lealtad: Caín y Abel. Y el solo portar cada marca también les hacia recordar como cada una de las dos podría reaccionar, una traicionando y la otra... confiando. Esa era la principal razón por la que ella era temida entre el montón de los invocados, incluso más temida que Emilia. Después de todo fue fruto de los sentimientos perversos. Alejó todos esos pensamientos de su cabeza cuando escuchó la última interrogante del contrario. Bajó su muñeca para colocarla al lado de su cadera y apretó los labios ¿Qué lugar sería el indicado? Dios, hacia demasiado que no estaba en Rusia y ya no podía recordar lugar famoso alguno para que fuera más fácil ubicarla. Podría irse a algún museo, biblioteca... parque... ¿Parque Central? Todas las ciudades lo tenían, eso era por seguro. Entrecruzó sus propios dedos y le sonrió con su par de ojos azules.
– El Parque Central será entonces. Llegué aquí con compañía pero... bueno, tuvimos una pequeña pelea y luego me aparté de él. Así llegué aquí. Qué tonto, ¿no? –preguntó, con complicidad.
Rogó por dentro que si existiera un Parque Central en aquel país del difícil idioma.