— Se le dibuja una sonrisa , tira de la cadena una vez más hasta tener entre sus dedos la punta que conecta con la hebilla del collar. — Así está mejor, Sadie. — Uso la lengua paseándose por esos labios. — Entre más obediencia, mejor es la recompensa.

El nerviosismo ya es palpable en ella porque los labios femeninos van secándose necesitando de esa legua modificada que se pasea una y otra vez por estos para humedecerlos. — A-Ah. . . — ese tirón de cadena provoca que jadee. — Lo siento, Maestro.

No sé si creerte. — Frunce el entrecejo , pese que ha aceptado su posición eso no le quita el trago amargo del abandono. Suspiro, de cuchillas se inclina tomando esa cadena le da un fuerte tirón. — No te escuché bien.

No puede negar eso y no dice nada solo desciende para quedar en arrodillada con las manos sobre los muslos. Sumisa y fiel. — Lo siento mucho, "Maestro". No se volverá a repetir.

— ¿Por qué? Se me pone ligera la lengua cada vez que tomó de más.