— No, te equivocas... las cosas ya las sabrá con su tiempo, por ahora sólo sigue esforzándote como lo has estado haciendo, y sobre todo mantén esa sonrisa e iniciativa que tanto te caracteriza. — Respondió calmadamente mirando con ternura a la pequeña jovencita.
Las palabras del antiguo Dios de La Tierra parecían tener siempre un efecto positivo sobre ella. Con tan sólo oírlo y sentir la calidez que le transmitía a través de aquella amigable sonrisa, podía asegurar que sus preocupaciones se aplacaban un poco más.
—Muchas gracias, Mikage-san...
—Aunque hay algo que aún no comprendo, ¿qué es eso que podría enseñarle yo a Tomoe? Creo que él es realmente bueno en todo lo que hace... dudo que haya algo en lo que yo pueda colaborar.
— No tienes por qué ponerte así , Nanami... ¿Sabes... ? Tú me recuerdas mucho a él. Cuando llegó por primera vez al Templo se metía en muchos líos, era bastante imprudente pero fui paciente además de que confiaba en él y mira, se ha vuelto ya todo un hombrecito (?) — Sonríe de oreja a oreja con ojos brillosos llenos de felicidad — Así que no te preocupes, él entiende tu posición, además te escogí a ti porque eres la elegida, además de que él tiene muchas cosas que aprender... cosas que tú le puedes enseñar.
Es que... siempre estoy metiéndome en problemas, y él también tiene que responder por mis actos. Es culpa de mi imprudencia, y creo que empieza a creer que no es del todo bueno, que fracasa en su misión como familiar, que podría hacer más... -Mantuvo su mirada gacha durante todo su relato- No me gusta que se sienta de esa forma; él hace mucho por mí... No es justo.
¿Problemas? ¡No, no, para nada! -Negó de inmediato, acentuando con un veloz movimiento de sus manos aquel gesto de negación- Más bien... yo creo que es al revés... -Confesó, en medio de un profundo suspiro resignado- Creo que soy yo la que le he estado causando diversos problemas a Tomoe.
