Y eso era razón suficiente para que Zeb se precipitara a conclusiones de que se trataba de otro truco del Imperio. Chopper había estado de acuerdo con la idea de dejarla en un planeta cualquiera mientras aún estuviera inconsciente. Hera destacaba por guiarse de una intuición que veía más allá de lo que tenía al frente. De lo contrario, se encontraría sola. Así que, de la misma manera que le había dado una oportunidad a cada uno de los tripulantes de El Fantasma, decidió darle una a la ajena.
La oportunidad de que fuera honesta:— ¿Quién eres y cómo llegaste acá?
Hera había dejado de aplicar bacta en su rostro, esperando que el ungüento hiciera efecto en ella. Le alcanzó una tela para que la ajena se limpiara los pequeños rastros de sangre en sus labios y la puerta de su cabina repicó, unos gruñidos y familiares sonidos robóticos del otro lado se filtraron hacia el ambiente que ambas compartían. — Todos tienen sus teorías, pero me gustaría escucharte a ti primero.
Hera se acercó hacia la mesa donde colocó un recipiente con una sustancia de consistencia gelatinosa. La Twi'Lek olivacea recogió cada una de las expresiones de la desconocida, descifrando confusión, inquietud y lo que parecía ser miedo bajo capas y capas de una serenidad que no resguardaba su imagen con el golpe que aún exhibía. Y a pesar de que le hubiera gustado continuar su análisis de la desconocida solo para confirmar, una vez más, que desarmada y con una contusión de tal tamaño poca oportunidad tendría contra la misma capitana, estaba en su naturaleza ayudar a otros. — Siéntate.
Sus manos la guiaron hacia el borde de la cama y no perdió tiempo para aplicar el bacta en una proporción modesta al tamaño de su herida. Aquella parecía ser tan humana como Ezra y Kanan; sin embargo, ninguno de ellos dos había hecho ese truco de aparecer cayendo en medio de su nave mientras escapaban con suplementos de una flota imperial.
El dolor le atravesaba la cabeza de adelante hacia atrás, como una aguja perforando su cráneo, inmóvil. Sabriel no podía enfocar la vista ni mantener los ojos abiertos más de veinte segundos o sentía el mundo moverse y girar a su alrededor. Frunció el ceño. Quizás... quizás el mundo sí estaba moviéndose. Sentía cómo las cosas se movían a máxima velocidad a su alrededor mientras ella y la criatura extraña que la acompañaba, se quedaban estáticas. La miró a través de su ojo izquierdo, el que podía mantener abierto sin sentir ganas de vomitar.
— Sí —era evidente el golpe, pero no sabía cómo llegó ahí. Últimamente su cuerpo respondía a impulsos extraños. Cerraba los ojos y, desde el Reino de los muertos, aparecía en mundos distintos. No hace mucho Linden la había llamado desde el interior de un gusano—. Sí —volvió a fruncir el ceño, consciente de que no estaba siendo muy cooperativa. —¿En qué estamos viajando?
Hera tenía preguntas. De hecho, toda la tripulación las tenía, pero la muchacha se había golpeado y antes de que Zeb arrastrara a la inconsciente desconocida hacia la galera, la Twi'Lek lo detuvo. La situación la iba a manejar ella y, por ello, había indicado que la dejaran en su cabina. Así que cuando entró a tal y ubicó la mirada desorientada de la extraña, pensó que, al menos, las dos estaban confundidas.
— Te golpeaste muy fuerte cuando caíste —de la nada—, si yo fuera tú no me pararía todavía.
