La mujer se inclinó y paseó la lengua acechando como un animal carnívoro el segmento donde yacía atrapado el otro cazador, fragmentó con su venenosa saliva el textil y arrancó la masa de su carne fuera con sus dientes. El cuerpo cayó tendido e inconsciente sobre el suelo, y sobre este, la sexta luna superior cayo encima desesperada con las fauces dilatadas. Entonces, le mordió el cuello, arrancando ruidosamente un pedazo de carne junto con otro de sus prendas vistosas y coloridas. No sé detendría hasta acabar de atragantarse toda la garganta con la sangre bullente mientras procedia a canibalizarlo hasta los huesos. Se le montó sobre el vientre y destazo con sus uñas el haori amarillo.

El olor que despedia la demoníaca entidad era bastante potente y amedrentador, ondulando atras de ella su rastro de almizcle azucarado y champagne rosado. La seda clara de su piel se desdoblaba en varias mudas, formando una serie de longitudinales fajas prensadas en fibras resistentes y gruesas que se anclaban conectadas y arremolinadas por todo el canal subterráneo de aquel distrito de la lujuria. La húmeda y obscura atmósfera ahí dentro era extremadamente tóxica y corrosiva para liquidar a cualquier tonto hábil o presunto infiltrado...

de distracción que le permitieron ocultar su esencia... Esencia...

— ¡Eso es!

Se dijo a sí mismo como una forma de júbilo y aprecio propio por haber recordado a tiempo lo que le ayudará a identificar donde se encontraba. Cerró los ojos, dio un enorme suspiro que más era su forma de acceder a la concentración máxima antes de soltar el aire lentamente.

La siguiente vez que el aire entró a su nariz no fue sino para lograr identificar el olor singular que esta tiene, pero miles de otras pestes le llegaban hasta hacerle arrugar la nariz.

Calma Tanjiro. Concéntrate. Tú puedes hacerlo...

Nuevamente un suspiro para retomar su postura inicial, e ir identificando cada olor perceptible para empezar a separarlos y dar con el indicado: el de Daki

Ahora en las penumbras de cierta soledad, pudo apelar por seguirla sin mayor dilación o preocupación de que se percatara que le estaba pisando los talones, salvo que no se le antojaban los techos del Distrito como parafernalia para "persecución romántica", que de nada tenía pero el eufemismo del aire daba la sonata tal cual. Había también sentimientos que daban padecimiento de nublar su razón y el porqué estaba conviviendo con una demonio tan peligrosa... Pero fue tal la presunción que la perdió de vista en cuestión de segundos antes de alcanzar un techo alto y usarlo como punto de observación; volviendo el cuerpo y el rostro para todos lados en búsqueda de la albina mujer. Sin embargo era como si la tierra se la hubiese tragado para encubrirla del cazador.

Tuvo que aterrizar de nuevo a los suelos del distrito y dar un seguimiento a pie por los alrededores sin éxito alguno incluso cuando la gente no abundaba tan noche. Se mordió los labios algo frustrado por los cortos intervalos ->

[code]...mientras se erguía como una deidad sobre la sábana descomunal de su atributo demoniaco atiborrado de rostros de sus capturadas víctimas. Su mueca se tornó más sádica al elegir una cabeza rubia. —Estás acabado, cazador imbécil..[/code]

[code]La imprudencia ciega del cazador de pendientes de hanafudas siempre le causaba extraordinaria aversión. Pero, no iba a ejercitar sus fajas en una presa indigna tan poco agraciada y prefirió caminar en sentido contrario, mudándose a otro plano. Dio unos brincos con su elástica y esbelta figura hasta que salió por la ventana próxima. ¿Para qué lo dejas vivir? Ese inútil ya no te vencerá. Regresa. Ascendía y descendía por los alfeizares y los techos de la ciudadela de Tokyo. Retornaría al Distrito Rojo para escabullirse en su guarida. La comida sustanciosa estaba reservada para ella en su "almacén". Trazó una ruta furiosa en el aire dibujando algunos despliegues gimnásticos entre volantines y finalmente se deslizó como una deliciosa serpentina por un tubo de escape. Del otro lado, bajo las alcantarillas, la hembra salió convertida en un empapado revoltijo con sus redondeados bustos descolgándose...[/code]

- En el suelo no incurrió al insulto o la venganza. Incluso pareció que tomó ventaja de ello cuando sus asentaderas encontraron confort en el suelo, doblando las rodillas un poco para dejar los antebrazos reposando sobre ellas en una calma que no había respirado desde hace ya tanto tiempo, que ni la sonrisa se borró cuando la pierna aquella lo proyectó a donde estana ahora.- No creo que necesites la ayuda de nadie ||

[code]—¡Cállate la puta boca, sabandija! —Era incoherente y absurdo pero su tacto estaba disfrutando y no tenía remordimientos si continuaba trabándole la respiración. Lo empujó con una patada solo para acostumbrarlo a la sensación de volar en medio del rechazo y le despidió girándose con una mueca atribulada. Sabía que las Lunas Superiores eran armas bélicas y que podría existir alguien que la descarte y la desplace. —¡Trabajaré más arduamente y onii-chan me prestará su fuerza para vencerte![/code]

- La cognitiva no daba simulacro de peligro, sino más bien de un infantil estrés pues más parecía que lo estaba zarandeando, que asfixiando. No diluyó los brazos ni tampoco la sonrisa por tal estaba a la espera prematura de que lo atacara... Aunque no parecía hoy ser el caso.- ¿Acaso soy eñ culpable de que decir ese nombre esté prohibido para ti? ||

[code]Casi se había colocado la soga al cuello. La carga psicológica del miedo cayó sobre la albina que negó dos veces casi con el cerebro sobregirado de adrenalina. —¡Maldito humano! ¡Te mataré! ¡Y no cometeré ningún error!—Sus manos alcanzaron el cuello ajeno para estrangularlo simbólicamente entre samaqueos. [/code]