Palabras que no entraban en oídos sordos por momentos. Sus piernas parecían vacilar cuando lo dejaron flexionando las rodillas como quien el peso ya no soporta y estaba a punto de rendirse ante el desfallecer de una inconsciencia anunciada, pero lentamente fue emergiendo de los abismos de una derrota que ella decía tener ya en sus manos.

Fluctuante de haber recibido de sus fajas una herida en el hombro, sus manos se aferraban con fuerza el mango de la Nichirin justo frente a su rostro ensombrecido por la distancia, como si su vida dependiese de cuanta presión pudiera aplicarle con los dedos.

No se notaba cansado aún o con un esfuerzo sobrehumano de jalar aire a sus pulmones pues su sangre estaba aún bombeando con la fuerza inicial y podía mantenerse un poco más en la algarabía de aquella presión. Su hombro dolía demasiado, como la mordida fría de la muerte acechando al cazador, sin embargo por fuera denostaba esa calma que antes nunca pudo ensamblar en su sentir. Analizaba de ->