que alimentara su ego. El andar que tomó el chico era rápido, pero grácil y hasta silencioso para poder tomarla por sorpresa, con una mano sujetando la vaina de su Katana y la derecha preparando el tajo que terminaría con su vida de poder asestarle un golpe crítico contra su cuerpo.

— Hinokami Kagura - ¡Enbu Issen!—

Las cantidades de oxígeno que tomó para esa postura fueron inmensas. El bombeo de sangre aumentó también de forma drástica, hasta que a medio camino pareció explotar en un aumento de velocidad sobrecargado. Parecía un relámpago de fuego destellante que a velocidad vertiginosa buscaba el cuello de la albina, desenvainando la katana cuando la distancia era críticamente corta y empuñar el golpe con éxito si atinaba a decapitarla.