—Iugh—dibujó un abierto mohin en la mueca de sus labios al escuchar que habló de carne seca, y no tardó en expresar su opinión con un exceso de pasión—Así no se debe comer nunca la carne, solo sabe a sal. Un buen filete siempre debe estar jugoso, cocido, pero con un ligero sabor a sangre—y volvió a morder el mango con sus salvajes fauces. Con solo dos mordidas el león-guerrero se tragó la mitad del fruto—Correspondere tu gentileza, invitandote un banquete en mi castillo un día de estos—