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SVEINN · 100+, M
—¿Más burlas acaso?— arrugó las cejas, y mostró las fauces en un mohín animalesco; mostrando cuan ofensiva podía ser esa pregunta para un nórdico. Sí, el rey Sikling poseía magia futhark en su sangre; herencia de su madre, pero lo ocultaba a ojos de su pueblo y sus iguales, pues incluso al todopoderoso Odín se le acusaba de afeminado cuando Loki le echaba en cara sus habilidades seið, y esa era una calumnia que el león-guerrero no iba a permitir.
—Una mujer de tu edad ya debería conocer los protocolos. Aún no escucho tu nombre.— reclamó, apuntando a la susodicha con su cetro de madera, del que también emanaba magia, pues otrora, había sido esculpido de una rama de Yggdrasil, uno de los muchos tesoros que poseía el mitad dios.
—Una mujer de tu edad ya debería conocer los protocolos. Aún no escucho tu nombre.— reclamó, apuntando a la susodicha con su cetro de madera, del que también emanaba magia, pues otrora, había sido esculpido de una rama de Yggdrasil, uno de los muchos tesoros que poseía el mitad dios.
SVEINN · 100+, M
—La suerte es caprichosa, un momento la tienes, y al otro ya no— Aunque no levantó la voz, se le escuchó amenazante en su respuesta, dibujando un profundo surco de molestia en la cresta de la nariz. Sveinn de Suecia, hijo del Señor de la Luz; Freyr, era conocido en los 9 mundos por ser un rey temperamental, difícil de elogiar y fácil de ofender —¿Quién se atreve a burlarse de mí?—cuestionó veloz, encarando con sus iracundos ojos rojos a la misteriosa mujer que apareció espontáneamente en el sagrado corazón del bosque de Upsala; donde los no creyentes no eran bien recibidos.
Meve1573256 · F
—¿Eres un hechicero? —cuestionó lo que pensaba era obvio en aras de una confirmación que mermara la pinta de guerrero que poseía. En ningún momento se atrevió a avanzar más ya que se sabía incapaz en el combate cuerpo a cuerpo y no pondría su integridad en peligro a menos que valiera la pena hacerlo.
Meve1573256 · F
—Tengo suerte de no ser un hombre entonces —murmuró, acercándose un par de pasos para salir de entre las sombras de su escondite. Había estado siguiendo un aroma peculiar que le recordaba a la fragancia magica que los grimorios tenían, pero no fue el libro prometido lo que se mostró ante sus ojos una vez arribó al sitio, sino que fue un... ¿Cómo había dicho que se llamaba?, ¿un Sveen? Sinceramente a Maeve le hubiese importado muy poco la presencia del hombre, había conocido a muchos imponentes poderosos en el pasado y nunca habían sido la gran cosa; empero, era la magia que podía sentir que emanaba de él fue la que la obligó a encararlo. Tenía dudas y odiaba las incógnitas.
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