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SMS1561804 · M
Siente que una carga MUY PESADA se sube a su espalda. Esa patada le llena de deseos de dejarla tirada pero mantiene la cordura y empieza a correr, lejos y muy lejos de ese lugar. Se pierde en la oscuridad con ella y busca un lugar donde enterrarla por si se le cae.
—Ya me vengaré después.—
—Ya me vengaré después.—
SerendineDuParthevia · 31-35, F
No le compró su cara de preocupación, pero era un hecho que necesitaba ayuda. Le dolía el tobillo y un brazo, seguro era algo simple. La explosión comenzó a atraer personas y se encontró a si misma subiendo a su espalda.
— No lo había pensado. Pero por ahora ¡Corre! —
Con su pie sano le dio una patadita en una pierna como si estuviese espuelando a un caballo.
— No lo había pensado. Pero por ahora ¡Corre! —
Con su pie sano le dio una patadita en una pierna como si estuviese espuelando a un caballo.
SMS1561804 · M
Se detiene cuando escucha ese estruendo justo cuando estaba a punto de saltar a otro techo. Voltea y la ve en el suelo. Involuntariamente, da un largo salto hasta caer justo al lado de ella. Aunque quiere reír, trata de mantenerse serio y preocupado.
— ¿Te hiciste mucho daño? Vamos, te llevaré en mi espalda pero no intentes ahorcarme.—
— ¿Te hiciste mucho daño? Vamos, te llevaré en mi espalda pero no intentes ahorcarme.—
SerendineDuParthevia · 31-35, F
Ese maldito la iba a dejar sola. Pero las cosas no se iban a quedar así. En un intento por perseguirlo se puso de pie tan alborotadamente que pisó una de las tejas del techo, la cual se desprendió y la hizo resbalar techo abajo hasta caer del otro lado en una pila de costales viejos.
— ¡TE ODIOOOO...! —
— ¡TE ODIOOOO...! —
SMS1561804 · M
—Pero si acabas de... —
No forcejea con ella por esa cosa, hasta pensaba botarla. De repente, observa todo eso en silencio y tras esa fuerte explosión, se pone de pie y se aleja de un salto, cayendo a otro techo. Hace como que no vio nada y sigue su camino mientras silva.
—Laralalá. Que hermosa es la vida.~ —
No forcejea con ella por esa cosa, hasta pensaba botarla. De repente, observa todo eso en silencio y tras esa fuerte explosión, se pone de pie y se aleja de un salto, cayendo a otro techo. Hace como que no vio nada y sigue su camino mientras silva.
—Laralalá. Que hermosa es la vida.~ —
SerendineDuParthevia · 31-35, F
— ¡Oye! ¡No te lo estoy regalando! —
Fue a quitárselo de las manos, pero tiró tan fuerte del objeto que lo lanzó sin querer hacia atrás, haciéndolas caer en otro tejado. Las escamas rebotaron una, dos veces y a la tercera que cayeron explotaron dejando un gran hoyo en el techo de la casa.
Ella se quedó boquiabierta.
— ¡MIRA LO QUE HICISTE SETONTO! —
Fue a quitárselo de las manos, pero tiró tan fuerte del objeto que lo lanzó sin querer hacia atrás, haciéndolas caer en otro tejado. Las escamas rebotaron una, dos veces y a la tercera que cayeron explotaron dejando un gran hoyo en el techo de la casa.
Ella se quedó boquiabierta.
— ¡MIRA LO QUE HICISTE SETONTO! —
SMS1561804 · M
Observa por varios minutos aquel objeto de brillo peculiar. Extiende su mano hasta tomarlo, lo revisa con la mirada, lo mueve de un lado a otro e incluso lo muerde por si se trata de comida.
— Veamos cuanto dinero me dan por esto. Parece basura.—
— Veamos cuanto dinero me dan por esto. Parece basura.—
SerendineDuParthevia · 31-35, F
Al menos compartían el mismo punto de vista. Consideró entonces sacar de su bolso de viaje un objeto envuelto en una gastada tela. La removió y dejó a su vista un trozo de escamas de dragón rojas, que brillaban con luz propia.
— Te confiaré algo. Lo encontré cerca de aquí, junto a enormes pisadas. Algo extraño está sucediendo. Por eso debo obtener poder cuánto antes. —
— Te confiaré algo. Lo encontré cerca de aquí, junto a enormes pisadas. Algo extraño está sucediendo. Por eso debo obtener poder cuánto antes. —
SMS1561804 · M
Siente el codazo y la mira feo, con serias intenciones de empujarla desde allí pero lo piensa mejor. Arruga la cara con evidente enojo.
—Tienes que decidir lo mejor para ti. Aunque me guste mucho estar de vago, no abandonaría a quienes dependen de mi. A mi pueblo.—
—Tienes que decidir lo mejor para ti. Aunque me guste mucho estar de vago, no abandonaría a quienes dependen de mi. A mi pueblo.—
SerendineDuParthevia · 31-35, F
Una vez que él se sentó lo miró con ojos serios. Se parecía a Sinbad, el Rey de Sindria. Un marino despreciable que había escalado rápido y ahora tenía todo el dinero y poder que ella no. Se vendería a cambio de todo eso por recuperar su reino.
— Tengo una carga sobre mis hombros. Nací en cuna de oro y ahora vendo cosas en la calle junto a un tinto. — Le dio un juguetón codazo.
— Tengo una carga sobre mis hombros. Nací en cuna de oro y ahora vendo cosas en la calle junto a un tinto. — Le dio un juguetón codazo.
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