Miraba atentamente a la chica, era sorprendente ver que aunque no había jugado antes, tenía una destreza bastante natural. Y como si fuera niña pequeña, se pegó al vidrio admirando que ya de una había tomado el muñeco. Estaba tan tan cerca de lograrlo pero lo soltó de repente, haciéndola exhalar el aire que contenía involuntariamente por la tensión. —¡Eso estuvo realmente cerca! ¿No me mentiste sobre no conocer éste juego o sí?— Río un poco y asintió con una amable sonrisa. —Adelante, las veces que quieras, por eso te obsequié esas moras.—

En serio, como alguien que no ha jugado antes tiene esa precisión, es sorprendente. —Divierte, si. Es solo que yo ya me estaba desesperando porque siempre se me resbalaba el peluche.— Cruzó los brazos algo indignada, pese a haber intentado estrategias sencillas, no lo había logrado. —¿Quieres seguir usando tus monedas aquí? También te puedo mostrar más juegos.— Ofreció con amabilidad, sacudiendo una bolsita con monedas.