Enmudeció, observando como era imposible no ser leída por él. Se conocían y habían compartido tanto y pasado tanto que era inevitable saber cuando uno minimizaba las cosas para que el otro no se preocupara. Pero se prometió ser su apoyo y transparente con él. Nadie más que Naruto merecía su mejor versión. — ¿Ramen? — Respondió en automático y parpadeó también secando sus lágrimas con ayuda de sus yemas. Suspiró, con la sonrisa aún tintineante, ese tipo de acciones la llenaban de conmoción. — ¿Quieres que pierda mi figura? ¡No puedes dejarme comer todo sola! —Repusó sin vacilar a causa de sus ocurrencias e ideas, se incorporó y tomó su mano firme.
— Si vas a llevarme, tendrás que comer conmigo. ¿No eso hacen las parejas, torpe?—

No le gustaba verla llorar y sus expresiones le delataban, era evidente que estaba preocupado por ella. Supo que la sonrisa que hizo acto de presencia en sus labios era para complacerle, pero no dijo nada. Permaneció en silencio escuchando su explicación y aunque no pudo terminar la frase, le entendía. — ¿Recuerdas que solía hacer yo cuándo estaba triste? — La respuesta a su pregunta no era ningún secreto, todos sabían que iba a comer a Ichiraku Ramen. Y en la espera de que le respondiera sacaría varios cupones de su chaqueta. — ¡Ta-da! ¿Qué dices? ¿Tienes hambre? — Planeaba darle todos los cupones a ella y no comer, porque si, era un tontorrón enamorado.—

— ¡N-Naruto!— Fue tan repentino. No era de esperar que él siempre acudiera a ella para ofrecer su hombro. Sonrió un poco para no preocuparle más.— No es nada... es sólo, recordé todo lo que hemos pasado, me pone un tanto sentimental ver hasta donde avanzamos y...— Dejó la frase al aire pudiendo ver a mayor detalle el rostro brillante del rubio.

— ¿Sakura-chan? — Se acerca, extendiendo su diestra para limpiar sus lágrimas con el pulgar. — ¿Por qué lloras? —