Había llegado la hora de mostrarle a ella quien era él, por ello mientras Aiwei caminaba lejos de los restos egipcios él dragón fué a buscarla y le dió un pequeño tope con el hocico por detrás. Le llamó la atención.
Sentir que se apartó después de que le hablase esa voz tan familiar.. no podía ser, ¿en verdad era...? — ¡Bifuto..!- Se quedó perpleja y sin palabras por unos segundos, no sabía bien que decir hasta que se salió de su pequeño mundito y respiró hondo, varias veces para pensar con claridad. — A lo sumo creí que eras un ex delincuente que quería re hacer su vida... O algo por el estilo.- Fue sincera, muy sincera. — Aunque ni con eso había cosas que me cuadraban... Yo te echaba unos 36 o 37 años.. y cuando me dijiste 30, me dejaste sin palabras...- Bueno, como ahora. — ¿Por qué.. decidiste mostrármelo?-
—Hay muchas cosas que existen y no entenderías.- Le habló la voz masculina del dragón, el mismo animal resopló su aire en cierto momento. La olfateó y luego se apartó unos pasos para tomar su forma humana. Y mostrarle que era él. —Entiendes por que no te dije mi edad?—
Verlo de esa forma la hizo sonreir.. ¿cómo una criatura así podía verse tan.. mansa? — Estoy algo nerviosa.. ¿sabes? Es la primera vez que estoy en una situación así...- Y se la notaba, los nervios a flor de piel. Pero.. no la pasaba mal. Llevó sus manos al hocico ajeno con cuidado para poder acariciarlo de forma lenta, pasando sus manos por varias escamas ajenas. — No creí que los dragones existieran de verdad...- Eso.. la hace cuestionarse muchas, muchas cosas.
Apenas la escuchó hablar bajó la cabeza, dispuesto a acercarse a las manos de ella con suavidad y delicadeza. Lo que menos anhelaba era lastimarla, no a ella que parecía tan frágil y dulce. Emitió un pequeño gruñido mientras cerraba los ojos y se sentaba en el suelo.
Era algo tarde para salir, pero nunca lo es para poder investigar un poco más. Terminó una parte y se dispuso a encaminarse de vuelta, pero en ese momento una sombra gigantesca la sorprendió junto con un suave empujón. Ahí, volteó lentamente y se le cayó la carpeta. — Oh... Eres tú otra vez. Eres el que me mordió, ¿verdad?- Aunque no le dolió, se dio cuenta de que tuvo cuidado de no lastimarla, eso le causó cierta ternura.
