Por un momento pensó que él cedía, que su fuerza lo estaba haciendo retroceder. Era un tipo rudo, sí, pero la condición física no era precisamente algo que le importara; el que sonriera por ganarle en algo tan estúpido hablaba de lo molesto que se encontrara con él.

Estaba a punto de soltarle el primer golpe para terminar de apartarlo cuando repentinamente, su cuerpo estaba prensado por él. ¿Lo jaló? Sintió una muy ligera sensación de vacío en el estómago y sus pulmones parecieron quedarse sin aire mientras él hablaba. Todo ese tiempo se había concentrado en un coqueteo tonto, que para él no significaba más allá que una atracción física. El que ahora, justo antes de besarlo confesara ese gusto, le hacía sentir culpable. Ni de cerca estaba de decir que era su mejor beso, torpemente movió sus brazos contra los ajenos, rodeando su cuerpo con ambos brazos, más que un abrazo una especie de apoyo para no caer sobre él.

Sido oculta desde que llegó a la casa.

Ignoraba responder a las palabras que salieran su boca, sabía que serían venenosas. Prefirió anclarse y con la fuerza que tenía iba a hacerle frente sin retroceder ni por un momento de vacilación.Si sucumbía ante sus emociones su cuerpo dejaría de responderle. < Y sí, eso era >. La brillante idea colisionó en su mente, ¿Por qué no sólo hacer lo que sentía? Y no era meramente a golpearlo, ni a defenderse, sus sentimientos por Daren habían evolucionado a medida que pasaban más y más tiempo. Dejo de aplicar la fuerza suficiente para detener su andar y ahora lo atraería a él, con empujón violento de sí mismo contra el cuerpo adverso pero sin llegar si quiera a lastimarlo. Tan medido era lo que por su mente pasó que las palabras surgieron ante la última pregunta; — Me gustas más y más — Clamó con un tono de cariño envuelto en la energía que sentía, así sin más lo abrazo como pudo, El león se prensó al Escorpión y así, un beso de sus labios robó, necesitado, con la única verdad que había s

— ¿Y DE QUE SIRVE QUE ME DIGAS UNA MIERDA? —Podía decirse que tenían cuerpos similares, aunque Scorpio no siguiera un entrenamiento estricto, estaba en forma. Sus músculos se tensaron cuando intentó soltarse del agarre ajeno, trenzandose al tomarle de los hombros con mayor fuerza, intentando hacerlo retroceder.
— Puedes pedir las disculpas que quieras, pero la situación no cambia, sigue igual. Sigues viniendo aquí, a decir tu mierda pero sin tomar acción alguna. Y eso me enferma, me enferma que creas que puedes comprarme con algo tan barato. —Usó el peso de su cuerpo para buscar safarse del paso, cada vez más colérico — ¿Cuál es la verdad, según tú?

— MALDITASEA, PARACE QUE NECESITAS QUE GRITE PARA QUE ENTIENDAS.— Bramó tras sentir sus palabras como balas y, es que aunque admitiera su culpa, parecía que no era suficiente que quería de ser posible que se arrodillara y por mucho que lo quisiera el orgullo del León ya no podía ir más allá.
— ¿Qué chingados esperas de mi? Te lo he dicho, esta es la última vez, no es puto juego. Ya acepte lo que hice, vine a verte para no dejar las cosas así y no espero compasión ni amor de tu parte. — En cuánto sintió el tacto del adverso presionando sus hombros para alejarlo del centro, clavó sus piernas y con ambas manos buscaría prensar sus brazos para no dejarle escapatoria en él ya ojo del huracán. Si algo era distintivo de Hayden era el recibir cualquier cosa que se le viniera encima de frente y sin evadir, masoquista como él solo.
— No, no me voy a largar. Así tengamos que llegar a las últimas. Quiero que sepas la verdad. Al menos eso y te juro que en tu vida te vuelvo a molestar. —

— ¡¿FINGIR?! ¡PERO SI ESE ES EL ESTÚPIDO PROBLEMA! —Hasta hacía unos segundos creía que se estaba controlando. Su furia se presentó con aquella última frase. Su mirada llena de rencor, tan afilada como desafiante. Estaba dispuesto a terminar con todo aquello de una vez, aunque no de la forma que le hubiera gustado. No le pediría atención una vez más, no se rebajaría a esa humillación. — ¿Crees que me importan una mierda tus disculpas? No soy imbécil, Hyden, no fueron imaginaciones mías los coqueteos ni las insinuaciones. Si crees que voy a estar dispuesto a estar jugando contigo a las indirectas como niño de kinder estás pendejo. —Avanzó hacía él, tomándolo de los hombros para apartarlo de su camino, aún incluso en eso momento resistiendose a golpearlo— Lárgate con tus juegos a otro lado, no estoy para eso.

Algo en sus palabras activó aquel carácter explosivo y punzante. El león estaba reconocido su culpa, pues había la suficiente confianza como para saber que lo había herido con su actuar. Inspiró el aire en una bocanada disimulada ya que pronto caería en un oleada de negación de la cual no quería ser partícipe. — No, no lo he estado haciendo. La prueba es que estoy aquí, hablándote sobre esto en una disculpa que, creo no tiene la mayor importancia para ti. ¡Si, yo sé que la he cagado contigo! Y perdóname, pero a mi no me apetece fingir que nada a pasado. — Sus ojos se afilarán como su representación. Busco calma hasta lo más profundo de sus adentros.

— Siempre hay una primera vez para todo, ¿no? —Orgulloso, el escorpión siempre prefería atacar antes de que pudieran lastimarle. De alguna forma el león había logrado herirlo, traspasó su armadura y era algo que no le perdonaría tan fácil. Alzó un poco el mentón, solo para reafirmar su postura.
— Bien por ti, ¡genial! Ya sabes que es lo que te pasa con él. ¿Deseas una felicitación? ¿Por qué me tendría que importar a mi? Puedes ir y simplemente pasar de mi, como lo has estado haciendo todo este rato. Yo haré lo mío y aquí nada pasó. Tan tranquilos como siempre.

Un peso indeterminado y palpable se sintió desde su cuello hasta dejarse caer en sus hombros y finalmente en su espalda. Había actuando bajo los impulsos y las sensaciones que le había hecho sentir el siempre tranquilo virgo.
— Sé que al principio fue para ello. Apariencias. Sólo tenía que preguntarme a mi mismo que era lo que pasaba teniéndolo cerca y..—
Hizo una breve pausa, incapaz de mentirle, sabía mejor que nadie la dificultad que enfrentaría al expresarse y hacer que él creyera nuevamente. No bajó en ningún momento su mirada, enfrentando toda la responsabilidad como era debido.
— Finalmente lo comprobé. Y sé que mis acciones tienen represalias. Sólo que jamás me había importado un carajo quien me ignorará, hasta que tú lo hiciste y me sentí una mierda… —

— Y te he dicho varias veces que me da exactamente igual los motivos que tengas para pasar de largo. Te ahorro las molestias de seguir fingiendo una mierda —No hizo intento de apartarlo, era un tipo violento, pero su orgullo podía mucho más y no le daría ningún motivo para pensar que podía dominar sus emociones — Pensaba que era solo para guardar las apariencias, de verdad te lo creí. Pero ayer me quedó claro que no es así.