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-Su medidor mental de paciencia rebasó el límite, se hizo trizas. No tenía dudas de que su siempre somnolienta compañera estaba jugando con él, aunque no fuera así. Una embarcación, un buque de guerra; algo que, en definitiva, no tenía frente a él en ese preciso momento. El ambiente en la estancia se tornó pesado. Tomoe podía liberar su rabia en cualquier momento y, aún así, hizo todo lo contrario-

¡Ah, claro! ¡Un portaaviones! ¿Cómo no me di cuenta antes?


-Enunció, en falsa realización. Si Onikiri y Kotetsu estaban rondando cerca, estaba garantizado que estarían contando los segundos para que el zorro expresara su verdadero sentir, para que diera rienda suelta a esa predominante faceta violenta-

No soy ningún estúpido comandante.

-Respondió, irascible. Necesitó exhalar un suspiro y cerrar los ojos unos segundos, todo para llamar a su propia calma. Descruzar los brazos, dejándolos colgar a cada lado de su cuerpo para destensar el mismo, también ayudaría-

Soy Tomoe, un demonio zorro.

... Tch.

-Chasqueó la lengua, luchando internamente por reprimir su ira. No era bueno tratando con la aparente desidia de la mujer; se contenía, pero, estaba a punto de zarandearla. Al cabo de unos instantes, optó por hablarle con un tono alto y fuerte-

¡Hey! ¿Estás bromeando? ¿Qué maldito problema tienes?

Y ahora te percatas... Realmente eres una incompetente. -Arrastró sutilmente las palabras, como si hablara con hastío-