-Desde ya un tiempo había corrido la voz de la muerte del Rey Eberhard, así como también la usurpación del trono. Se decía muchas cosas terribles sobre esa mujer, más bien se vio como el terror volvió a recorrer las tierras cercanas y como el miedo sucumbía poco a poco en las poblaciones lejanas. Aunque no todos temían a la nueva reina. Un joven, bastante extraño y alegre, quien no tenía ningún miedo a represaría, junto a su sirviente, tuvieron el descaro de adentrarse al palacio de la nueva reina, evidentemente evadiendo todo guardia por la cercanía. Algunos asumían que fue casualidad [...]
¡Magnifique~! -Comentó este con una alegre y amplia sonrisa ante las palabras de la reina. ¿Qué mejor para él que vivir bajo un techo sin preocuparse por mucho? Y más aún, servir de algo, puesto que desde ya tiempo se estaba aburriendo de su monótona vida fingiendo ser un noble entre tantos idiotas con estatus. Luego de ese golpe, cual solo generó una pequeña mueca en sus facciones, se levantó sin problema alguno para luego hacer la "señal de la victoria" con sus dedos a su compañero, quien solo resopló con desinterés.- Altair también quiere que lo golpees~ -El peliazul solo le fulminó con la mirada, ya que no era partidario de esos maltratos injustificados pero tampoco se pondría a llorar como idiota por ser golpeado.-
