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S1566712 · 26-30, M
Bien, princesa; aún tenemos un largo rato hasta la siguiente estación. Jugaremos a las preguntas, y como yo soy el jugador estrella
Dijo con sorna, mientras agitaba un poco la HK45.
me toca comenzar. Pregunta.
En ese momento, Serge buscó la mirada ajena, clavando la suya; que reflejaba tanto interés como aprensión bien disimulada. Realmente quería saber sobre el punto de ruptura. Hizo una pausa silenciosa, no más larga que un par de segundos, antes de dar inicio al "juego".
¿Qué sucedió esa noche?
Dijo con sorna, mientras agitaba un poco la HK45.
me toca comenzar. Pregunta.
En ese momento, Serge buscó la mirada ajena, clavando la suya; que reflejaba tanto interés como aprensión bien disimulada. Realmente quería saber sobre el punto de ruptura. Hizo una pausa silenciosa, no más larga que un par de segundos, antes de dar inicio al "juego".
¿Qué sucedió esa noche?
S1566712 · 26-30, M
Suspiró. A pesar de su ecuanimidad y sangre fría, recordar aquello le hacía sentir un atisbo de tristeza. Serge permitió que su sonrisa descarada menguara un poco, dejando ver parte del hombre que era bajo la máscara; o lo que quedaba del adolescente tras el entrenamiento y los crímenes posteriores. Jamás se había considerado uno de los buenos, pero sus límites se habían visto puestos a prueba constantemente, hasta convertirlo en lo que estaba destinado a ser: un delincuente. Uno de los mejores en el mundo. Quitarse la máscara siquiera un milímetro fue casi un alivio para él, a sabiendas de que Ventura solo lo aprovecharía si llegaba a suponer una auténtica ventaja; y en aquellas circunstancias donde él llevaba la delantera, aquello era prácticamente improbable. Además, realmente necesitaba saber qué había pasado; cómo habían terminado en lados opuestos de la contienda, sabiendo que uno terminaría eliminando al otro si no había más remedio.
S1566712 · 26-30, M
¡Nunca pierdan el enfoque! El objetivo debe ser claro en todo momento. Nada más importa. Todo su ser debe querer alcanzarlo.
Antes de llegar a la academia, ya sabía que quería ser el mejor; nada menos que eso. No obstante, jamás pensó que se enfrentaría a alguien como ella; quien parecía superarlo a cada paso, mientras que él tenía que esforzarse un poco más cada vez para no quedarse atrás. Los distintos cursos los vieron crecer y competir sin tregua, hasta que fue difícil predecir quién de los dos sería el alumno estrella de esa generación - y, por ende, la nueva estrella de VILE, quien podría llevarse los mejores y más arriesgados contratos. Serge era increíble. Pero ella... No había expectativa que no pudiera superar; exceptuando las de aquel maestro que siempre parecía verla con desprecio. Una nota, una sencilla nota de un examen, fue la gota que derramó el vaso, echando todo por tierra y marcando irremisiblemente el futuro de ambos espías.
Antes de llegar a la academia, ya sabía que quería ser el mejor; nada menos que eso. No obstante, jamás pensó que se enfrentaría a alguien como ella; quien parecía superarlo a cada paso, mientras que él tenía que esforzarse un poco más cada vez para no quedarse atrás. Los distintos cursos los vieron crecer y competir sin tregua, hasta que fue difícil predecir quién de los dos sería el alumno estrella de esa generación - y, por ende, la nueva estrella de VILE, quien podría llevarse los mejores y más arriesgados contratos. Serge era increíble. Pero ella... No había expectativa que no pudiera superar; exceptuando las de aquel maestro que siempre parecía verla con desprecio. Una nota, una sencilla nota de un examen, fue la gota que derramó el vaso, echando todo por tierra y marcando irremisiblemente el futuro de ambos espías.
S1566712 · 26-30, M
Un parpadeo fue la única señal que el espía dio de volver a la realidad tras haberse abstraído en sus pensamientos. Quizá Ventura se habría dado cuenta, pues lo conocía al detalle; pero merced al entrenamiento, Serge podía apostar a que no había sido así: había sido un alumno destacado, como ella. Aunque quizá no a su altura del todo. Su mano libre pasó por la cabellera negra, mesándola en un gesto de aparente desenfado; sin embargo, la agudeza de su vista contaba otra historia, escudriñando a su adversaria con total atención. Inquisitiva y penetrante, su mirada analizaba cada gesto y movimiento, por pequeño que fuese, en búsqueda de la menor señal que delatara el próximo paso de Ventura, para adelantarse a él. Si es que podía...
S1566712 · 26-30, M
Paciencia. Concentración y paciencia. Nada se logra con los impulsos.
Desde que había llegado a la isla, Serge se había sentido fascinado con VILE y todo lo que la escuela tenía para ofrecer. Los ojos, las horas, no le alcanzaban para observar y sorprenderse; cada día estaba lleno de nuevos y excitantes descubrimientos, aunque el más fascinante de ellos no pertenecía a lo que el plantel podría ofrecerle - al menos, estrictamente hablando. Aquella melena de inusual y llameante tono rojizo; aquella sonrisa repleta de travesura; aquellos ojos desafiantes; aquella figura espigada y grácil que se deslizaba por los pasillos cual si le pertenecieran. Desde el primer momento, se había sentido fascinado por ella, como alguien se sentiría al contemplar una especie exótica, salvaje, y sobre todo, libre. Exenta del mundo y sus reglas. Así era ella.
Desde que había llegado a la isla, Serge se había sentido fascinado con VILE y todo lo que la escuela tenía para ofrecer. Los ojos, las horas, no le alcanzaban para observar y sorprenderse; cada día estaba lleno de nuevos y excitantes descubrimientos, aunque el más fascinante de ellos no pertenecía a lo que el plantel podría ofrecerle - al menos, estrictamente hablando. Aquella melena de inusual y llameante tono rojizo; aquella sonrisa repleta de travesura; aquellos ojos desafiantes; aquella figura espigada y grácil que se deslizaba por los pasillos cual si le pertenecieran. Desde el primer momento, se había sentido fascinado por ella, como alguien se sentiría al contemplar una especie exótica, salvaje, y sobre todo, libre. Exenta del mundo y sus reglas. Así era ella.
S1566712 · 26-30, M
¿Esto es lo que querías, princesa? Podríamos estar del mismo lado ahora. Pero no...
La mirada y el tono de Serge fingían exasperación, aunque el verdadero sentimiento detrás de ellos era mucho menos obvio: decepción. El varón admiraba a la espía, y sentía un afecto genuino por ella; pero todo se había complicado tras la elección de caminos, y Ventura había escogido uno que, si bien no era lejano al suyo, los apartaba cada vez más. Bandos opuestos, objetivos distintos: estaban destinados a rivalizar.
Aunque su mirada seguía atenta al menor movimiento de Ventura, y su cuerpo estaba preparado para responder en automático, la poderosa mente de Serge fue capaz de desconectarse momentáneamente de la escena, dirigéndose a las reminiscencias del pasado. Le fue imposible no pensar en los hechos que los habían llevado hasta ahí.
La mirada y el tono de Serge fingían exasperación, aunque el verdadero sentimiento detrás de ellos era mucho menos obvio: decepción. El varón admiraba a la espía, y sentía un afecto genuino por ella; pero todo se había complicado tras la elección de caminos, y Ventura había escogido uno que, si bien no era lejano al suyo, los apartaba cada vez más. Bandos opuestos, objetivos distintos: estaban destinados a rivalizar.
Aunque su mirada seguía atenta al menor movimiento de Ventura, y su cuerpo estaba preparado para responder en automático, la poderosa mente de Serge fue capaz de desconectarse momentáneamente de la escena, dirigéndose a las reminiscencias del pasado. Le fue imposible no pensar en los hechos que los habían llevado hasta ahí.
S1566712 · 26-30, M
Ahí estaba, justo delante suyo, después de lo que se le antojaron largos años; así hubieran pasado apenas unos meses desde la separación. El tren avanzaba a toda máquina, tan raudo que el paisaje nocturno afuera de la ventanilla parecía borroso; era una velocidad más alta de lo normal, pero Serge no pareció inmutarse: en VILE había aprendido a no sentir temor o, de ser imposible no tenerlo, sabía ocultarlo con maestría. Por ello se encontraba sentado, piernas apoyadas con firmeza sobre el suelo, la espalda ligeramente encorvada hacia el frente; su brazo derecho recargado sobre el muslo del mismo lado, lo cual no impedía que una Heckler & Koch HK45 - arma de estricto uso militar; aunque no es como si Serge fuese un gran seguidor de las leyes - sostenida por esa mano apuntara directamente a la cabeza de la mujer pelirroja sentada enfrente de él.
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