Admite, es que en verdad no lo decía por éso, sino por el hecho de no haber accedido ella a besarlo pese al público. Ése suave gemido que escapa de su boca le incita a proseguir, como si no fuese suficiente con el vulgar cuerpo de ella que ahora se restriega suavemente contra el propio, sonríe. Besa su mejilla, le da un pequeño mordisco, luego a sus orejas, la recorre con suaves lamidas en tanto su glúteo preso es estrujado, lo alza, aun buscando la proximidad de ellos, nota cómo sus senos se bambolean por la cercanía. Da una nalgada bastante sonora.



Quiere oírlo. Se lo ha estado preguntando desde un tiempo para acá, en el que ambos han compartido. Se convirtió en una obra escandalizada por su contenido vulgar, y en otras, una inocente criatura que despilfarra algo más que pureza.

Pudo responder con aquel jalon de cabello, sus labios estaban empapados de saliva y más la comisura de sus labios a los que ahora daría una ligera succión para limpiarlos, dejandolos con una ligera capa de brillo.
Su mirada temblorosa se perdía al hacer contacto con la de él, entre cerrando la mirada y dejando escapar un pequeño gemidito, sus manos deseaban sostenerse débilmente de sus hombros para acercarse más y dejar que sus cuerpos se restregaran con lentitud.

Escuchó su nombre, no le dio atención. Su enfoque estaba en ella únicamente; sus ojos se habían ocultado bajo los párpados, cediendo al desvergonzado acto de otorgarle tan... vulgar beso en público. Su lengua podía apreciarse revolverse dentro de la boca de la hembra, sin algún atisbo de recato e inocencia. La zurda sobre su cintura descendió un poco más hasta hacerse dueña de las curvas formadas por sus nalgas apetecibles, brindó una nalgada, era suya. Encajó aun sobre la tela las uñas de sus manos, tirando más de ella a partir de allí.

Reparte mordiscos, chupones, la saliva rebosa; resbala por su comisura labial y desciende por la barbilla y su cuello. Corta, baja a ése preciso lugar, sólo que en la ajena, dando mordidas y lamidas. La derecha sube a su cabello, tira de ella ligeramente.

Fue tan inesperado el jalón, la manera en que la atrajo bastó para sentirse suya en cuestión de segundos cuando sus labios cereza se fundieron con los de él haciendo un lento beso en los que mordía suavemente los labios de aquel pelirrojo quien contorneaba con sus perfectas manos el contorno tan delicado de sus caderas que apenas se podían mover al temblar en sus manos, envolviéndose por la fragancia y olor a tabaco que desprendían sus ropas al punto de soltar un ligero suspiro, sintiendo el latir de su corazón cada vez más acelerado.

Notó la falta de convicción de la mujer ante la sugerencia que había hecho de besarlo. No le molestó, hasta sonríe por la cuestión y le mira malicioso. Su mano la tomó de la muñeca y tiró de ella a él, no tenía vergüenza alguna de lo que hacía, menos si alguien los veía, lo incitaba aun más. Corre la lengua dentro de su boca al fundirse con ella, la zurda divaga sobre su cuerpo, tomándole de la cintura, presa de él.

Una presencia más entre ellos la hace sonrojar e inflar las mejillas evitando responder así a la tentadora oferta de besarlo.

__ buen gusto de cigarros__

¿Te molesta éso? Podrías estar besándome todo el día, y sólo entonces dejaría de oler así un poco

Siempre olerás a tabaco, Zedrick~