—¿En dónde estabas? —Había emociones en su voz. Primero fue incredulidad, después confusión y al final una mezcla de alivio con alegría. Incapaz de contener su emoción, la pelirroja corrió hasta poder envolver el cuerpo del hombre entre sus brazos, apretándolo con fuerza. Sin embargo, el contacto duró pocos segundos, porque Sally se separó, inclinándose hacia el piso, buscando algo. —¿Ágatha?
Al notarse reconocido y haber escuchado su nombre, sonrió, entrecerrando sus ojos. Unas finas líneas de expresión enmarcaron su sonrisa y sus brazos se abrieron un poco — Aquí estoy, después de tanto.
