"Nunca he pertenecido a ningún lado. No tengo un hogar ni un lecho al cual volver."

Cargaba únicamente lo necesario: una maleta con algunas mudas de ropa, artículos de limpieza y su viejo walkman junto a la colección de discos que habían nacido inspirados en ella. Dana - como la llamaban los humanos - dedicaba su vida a ir de ciudad en ciudad, aplicando en trabajos de medio tiempo que cubrieran su corta estadía en tal sitio; buscaba, por aquí y por allá, inspirar a los talentos nuevos o viejos que se habían consagrado a su género. Ella no era una Diva ni mucho menos una señorita de sociedad, aprovechaba su encanto para tener un sitio en el cual pudiera dormir plácidamente. A veces con encuentros casuales y otras con relaciones fugaces que dejaban corazones rotos.