Apenas el monje se inclinó para perder altura, la castaña se afirmó de su brazo. Con su mano libre le acomodó el auricular en el oído, y su sonrisa se acentuó aún más cuando su novio la atrajo firmemente hacia su cuerpo, apoyando una palma sobre su pecho–. You are my moonlight... Moonlight –repitió tal parte de la canción, con una voz dulce y armoniosa mientras ganaba altura al pararse sobre sus puntas, de modo que pudo robarle un corto beso a su ajeno en la comisura de sus labios–. Te amo. Vayamos a comer algo o te morderé.
Miroku era completamente abierto y dado a cada acercamiento con la castaña, incluso se hincó un poco para que le colocará el auricular, sonrió agradado por eso. — ¿Enserio?, Creo que a partir de hoy será una de mis canciones favoritas— Hasta ahora empezaba la canción y no por eso dejaba de ser tan atento era parte de su gallardía. Su diestra rodeó la delgada cintura de Sango para atraerla a su pecho — Este momento amerita un acercamiento más profundo— Mencionó cerrando los párpados para procurar un acercamiento más íntimo.
En esa realidad alterna, estaba inmersa en el aparato que sostenía con la mano.
— Parece que hallé un buen tema, ¿quieres escucharlo? —aunque, en realidad, antes de preguntar esto, ya había colocado un auricular en el oído del azabache—. Es para tí —sonrió, elevando la mirada hacia él—. Te la dedico.
