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S1555889 · 31-35, F
— ¡NO! —gritó con todas sus fuerzas ante el horror que le provocaba la idea de perderlo. Para ese momento la exterminadora ya estaba bien montada sobre la gran felina de dos colas—. ¡ES PELIGROSO QUE SIGA USANDO SU KAZAANA! —volvió a lanzar su boomerang, esta vez su poderosa arma partió en dos a una cantidad ambiciosa de monstruos que se aproximaban al monje.
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos la castaña. Entre tantos monstruos y espíritus que su excelencia no dejaba de absorber también había insectos venenosos; parecía no tener fin aquella pesadilla. Y por más que Kirara intentara volver a descender le era imposible: también libraban una batalla juntas desde las alturas.
De pronto ocurrieron muchas cosas a la vez, demasiadas como para nombrarlas una a una. Sólo supo que el gran destello violeta de una inconfundible flecha sagrada pareció ser el motivo por el cual todo ese infierno pareció llegar a su fin.
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos la castaña. Entre tantos monstruos y espíritus que su excelencia no dejaba de absorber también había insectos venenosos; parecía no tener fin aquella pesadilla. Y por más que Kirara intentara volver a descender le era imposible: también libraban una batalla juntas desde las alturas.
De pronto ocurrieron muchas cosas a la vez, demasiadas como para nombrarlas una a una. Sólo supo que el gran destello violeta de una inconfundible flecha sagrada pareció ser el motivo por el cual todo ese infierno pareció llegar a su fin.
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