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— Tú vida es más importante, Sango... Recuerda que Kohaku espera por ti—

Fueron sus palabras ante la feroz batalla, no sabía porque en su corazón se hacía mella por las lágrimas de la menor en sus ojos, a él particularmente le gustaba su sonrisa y en silencio sufría su tristeza.

— ¡Agujero negro!— Emitió liberando de nuevo su maldición para absorber lo que podía, sintió un punzón en su cuerpo; era el veneno que estaba afectando su ser hasta qué esa flecha sagrada les salvó.

El cielo se aclaró de inmediato dándole paso al amanecer,habían estado batallando toda la noche. Miroku se dejó caer de sentón sobre el suelo y soltó un suspiro de alivio, un tanto cansado... Estaba en su límite.
S1555889 · 31-35, F
— ¡NO! —gritó con todas sus fuerzas ante el horror que le provocaba la idea de perderlo. Para ese momento la exterminadora ya estaba bien montada sobre la gran felina de dos colas—. ¡ES PELIGROSO QUE SIGA USANDO SU KAZAANA! —volvió a lanzar su boomerang, esta vez su poderosa arma partió en dos a una cantidad ambiciosa de monstruos que se aproximaban al monje.

Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos la castaña. Entre tantos monstruos y espíritus que su excelencia no dejaba de absorber también había insectos venenosos; parecía no tener fin aquella pesadilla. Y por más que Kirara intentara volver a descender le era imposible: también libraban una batalla juntas desde las alturas.

De pronto ocurrieron muchas cosas a la vez, demasiadas como para nombrarlas una a una. Sólo supo que el gran destello violeta de una inconfundible flecha sagrada pareció ser el motivo por el cual todo ese infierno pareció llegar a su fin.
Lo estaba ocultando muy bien pero para poder llegar hasta ahí aspiró con su agujero negro una cantidad considerable de avispas, su semblante estaba pálido pero le podía más el instinto de protección hacía la exterminadora, deseaba con todas sus fuerzas protegerla.

— Va a ser un escape infructuoso, es mejor que huyas con Kirara mientras les detengo unos momentos—

Ahora fue él quién se colocó frente a ambas, tomó su alabarda sagrada para empezar a usar un poco sus poderes; creando un pequeño campo de energía, tenía fuerza suficiente para que la castaña escapara.
S1555889 · 31-35, F
Hasta el momento la exterminadora se mantenía firme en su postura de combate. Intentaba contar a los espíritus que se aproximaban hacia ellos.

Una vez más elevó su Hiraikotsu, estaba lista para lanzarlo con las pocas fuerzas que le quedaban hasta que la voz del monje pareció despertarla de su trance. Entonces en ese momento, cuando volteó a verlo con el rostro ensangrentado, también fue consciente de sus propias heridas.

— Su excelencia... —no era el momento de chillar. Lo más prudente sería huir de ahí y Kirara no pudo ser más oportuna cuando se apareció ante ellos, imponiéndose ante los enemigos con un sonoro rugido. Asintió con determinación— Vayamos a buscar a InuYasha.
— ... Es momento de seguir, ¿No lo crees, Sango?— Agitado comentó, acababa de cubrir el agujero de su mano mientras observaba como se acercaban más y más espíritus.

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