Hoy era Lunes, un día que odias con todo tu ser por la cantidad de responsabilidades que se acumulan en un solo maldito día, todo el fin de semana charlaste sobre sacar a pasear a tu empleada y mostrarle un poco el negocio, te negaste, pero te insistió hasta ganarle a tu paciencia.

Ahí estabas recargado en tu moto, un modelo viejo, pero elegante y hermoso, sostenías un cigarro encendido en tu zurda mientras que la diestra llevaba tus guantes negros de cuero, te mirabas como ese chico malo esperando a su novia con padre estrictos, pero las cosas eran diferente, tu mirada seria e inexpresiva.