A pesar de que no le gustaba mucho quedarse hasta tarde en el instituto, Suzume se la había pasado practicando Voleyball para disipar el estrés que le generaba su vida, a penas y tenía unos cuantos amigos y sus padres muy de vez en cuando le escribían, estaba en uno de esos momentos de crisis en que el deporte podría hacerle olvidar por un rato de todo.
—¿Podrías entregarle el balón al Sensei? Creo que se me hizo un poco tarde...
Dijo con tono amable y desprovisto de indiferencia mientras entregaba el balón a uno de los jóvenes que se hallaba en el gimnasio, hizo una pequeña reverencia de despedida y recogió sus cosas para secarse el sudor de la frente con una pequeña toalla, ignorando por completo el gélido clima que la esperaba fuera del lugar.
Suzume llevaba puesta su ropa deportiva, una camiseta cómoda y holgada, unos shorts, zapatos deportivos y la cabellera castaña recogida en una coleta alta que no le estorbara para realizar sus lanzamientos, se sentía bastante acalorada pero mucho más despejada después de la larga jornada de ejercicio, sin embargo, el repentino cambio de climas la afectó de tal forma que su piel se erizó y las muñecas comenzaron a dolerle de forma intensa, el viento soplaba con fuerza y el cielo ya se había oscurecido siendo apenas las 5 de la tarde, después de todo, ya casi era invierno.
—O-ouch... D-debo apresurarme si quiero conservar mis articulaciones
Susurró tiritando de frío, apenas podía dar un paso tras otro mientras se sostenía la muñeca derecha que era la que más le dolía.
