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— Mientes con los dientes, mocoso

Rueda los ojos, aunque está claro que está pequeño y si estuviesen en un auto ella sería la que conduciría (?) Cuando terminaron al fin de salir de su casa, admiró su enorme huerta y comenzó a sonreír orgullosa de que pronto tendría muchas más zanahorias.

— ¡INASAAAA!

Le gustaban las alturas en sus propios términos, podían elevarse ambos, al menos no iba a matarlo pero apretó sus puños en la ropa de Inasa como sujetándose con fuerza.
—¡Ah si! Ya sabía, sólo quería admirar todo este sitio.

Mentira cochina. Es un hombre y no va a admitir que se perdió, menos mal que no está manejando un coche o sería la discusión cliché de pareja por no saber llegar a un sitio. De todos modos se dirigió hacia donde las indicaciones le sugerían y finalmente salió.

—¡Sujétate bien que serás una coneja voladora!

Con su Kosei, creó unas ráfagas de viento lo suficientemente fuertes para levantarlo junto con ella y salir volando, aparentemente hacia ninguna dirección, pero si tiene un lugar en mente.
Lo vió dar vueltas por todo su gimnasio, ¿Estaba demente? ¿Acaso había olvidado por dónde había entrado? Se le hacía curioso que un chico pudiese olvidar eso, era un desastre. Ella solo le dió un golpe en la cabeza, pero no fue fuerte, hasta cierto punto podría decirse que lo hizo con cariño.

— Se sale por la última puerta a la derecha
Era la primera vez que no se quejaba por tratarla tan familiarmente ¿Acaso es un progreso?

Caminaron por aquí, caminaron por allá, dieron una vuelta por ese sitio y luego por el otro, siguieron por este lado, fueron al lado contrario y de repente se detuvo. Era la primera vez que estaba en el gimnasio personal de Mirko, probablemente situada en alguna parte de su casa ¿Por dónde rayos se sale?

Está perdido, pero no se lo va a decir.(?)

—¡Este lugar es genial! Tiene tantos sitios que no sé que escoger.(?)
— Claro que puedo sorprenderte, puedo hacer cosas que tú cerebrito no podría ni imagi... ¡Hey!

Sintió que la cargaba, era demasiado inquieto, ojalá pudiese quedarse sentado y sin hablar. Pero no se quejó por ser un saco, solo se quedó colgando y esperando a ver a dónde se le ocurría llevarla.
Mantenía una sonrisa amplia, divertida. Hasta juraría que le brillaron los ojos un instante tras escucharla que podía sorprenderla más. Su respeto por Mirko no hacía más que crecer ¡Ella es una mujer ardiente! En más de un sentido si, pero lo es especialmente en su pasión por mejorar, lo cual le conmovía.

—¡¿En serio puedes sorprenderme más?! ¡Vamos a verlo!

Con total confianza, la tomó de la cintura, la alzó y la echó sobre su hombro. Hasta parecía que no le costó hacerlo. Se dispuso a caminar, pero ¿A dónde? Estaban en el gimnasio de la heroína ¿A dónde rayos se la lleva? Según su cabeza, a un lugar donde ella pueda desenvolverse mejor.
Ella también está maciza y no pesa tanto (?) Simplemente esperaba tener en la cabeza algún otro ejercicio, pero noto como se quitaba de la barra y comenzaba a aplaudir, por alguna razón se sentía tonta, bajo la barra y suspiró un poco, acariciándose los biceps

— Creo que debo contratarte como pesa... Creo que cargarte de vez en cuando me ayudaría mucho

Ese mocoso tenía demasiada energía, sentía que ardía el aire a su alrededor, era demasiado intenso, pero lo hacía mucho más entretenido. Soltó una risotada.

— Bueno, puedo sorprenderte más
No es gordo, sólo bien macizo.(?) Se quedó quieto y con los brazos cruzados mientras observaba como en verdad hacía sus rutinas, tal vez le costó algo de trabajo, pero respeta que no se haya echado para atrás. A lo que una vez ella terminó y se quedó quieta sin mover la barra, se bajó con cuidado de un salto hacia atrás.

Aplaudió con energía y una gran sonrisa.

—¡Eres maravillosa! En verdad me has levantado y has hecho algunos ejercicios conmigo encima. Muy bien, lo admito, tu espíritu arde con mucha pasión y fuerza.
— Muy bien.

Igual no le faltaba demasiado de su rutina, pero estaba haciendo un esfuerzo enorme, no sabía cuánto pesaba ese niño, unas 3 toneladas quizás (?) Gordo. Ella subió la barra y la mantuvo extendida, se acostó en la banqueta y comenzó a hacer pecho,sentía que rozaban con su barbilla los pies de Inasa cada que bajaba, pero terminó de hacer unas 8 de igual manera. Había ejercicios que por la posición se le era imposible hacer con Inasa encima de la barra, por lo cuál tras contar 8 se quedó pensando en cuál otro podía hacer que no fuese incómodo.
—No lo sé, ¡Sólo has tu rutina diaria y demuéstrame lo que eres capaz!

La verdad es que si estaba sorprendido que haya alcanzado a hacer 8 barras, aunque parecía que le costaba un poco ¿O quizá sólo finge? Como complete su rutina con él encima entonces se disculpará apropiadamente. Es tonto, pero sabe cuando se equivoca y hay que disculparse por ello.

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