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El acto reflejo de su cuerpo fue llevarse la mano más cercana hacia la mejilla, esa misma que la mujer había besado mientras que él la observaba subir las escaleras a toda prisa. Incluso parpadeando varias veces le fue difícil desprender de aquel estado embobado en el que quedó. Apartó su mano y la observó, se sentía tibia, casi tanto como su mejilla y el resto de su cara que enrojeció sin dudarlo ni un minuto más. Se sentía tonto, torpe incluso y, de esa manera, avanzó hasta la cocina para hablar con el encargado a fin de solicitarle un desayuno nuevo para Akemi. Él esperó, tras haberse mojado la cara en el fregadero con agua fría y se palmeó las mejillas. Allí estaba esa sensación tibia calentando su corazón una vez más.
— Te confío mi vida. —La seguridad de sus palabras le dio una tranquilidad que no tenía en ese momento y que necesitaba para no encerrarse a llorar o sufrir alguna clase de ataque de pánico. Así que cerró los ojos para inundarse de la calma y la calidez que desprendía el muchacho. Suspiró. Y levantó el rostro tan solo para sonreír más animada.— Ya vuelvo. —Dando un pequeño salto, dejó que sus labios se posaran sobre la mejilla del chico y salió corriendo por las escaleras, intentando ignorar el dolor, pero riendo por la travesura que acababa de cometer. Solo debía ponerse algo más presentable que su pijama y volvería a bajar.
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— Jamás. —Confirmó las palabras ajenas junto con un asentimiento de su cabeza. Estaba seguro de que jamás la dañaría, no mientras ella estuviera bajo los influjos de algún estupefaciente, pero ¿y si era él la víctima? Dudó, pero sabía que la cordura lo guiaría en todo momento para interponer el bien sobre el mal. Suspiró para darse tranquilidad a sí mismo, debía dejar de pensar así.— Bueno, en ese caso hablaré con el señor cocinero para que te prepare algo de desayunar mientras regresas. —Apoyó la mano en su hombro derecho e hizo cierta presión ahí para infundir ánimos en ella.— Yo esperaré aquí, ve y regresa pronto, Kemi-san.
Negó varias veces con la cabeza con firmeza. No creía que en unos días fuera a ser diferente porque en ese momento tenía la mente clara y la única nebulosa era ese momento, por lo que no habían interferencia externas, no obstante, decidió callar esos pensamientos y sonreír intentando aparentar estar un poco más tranquila, aunque eso fuera casi imposible.— De nada sirve que me siga preocupando, tengo algo muy claro, que nunca me dañarías y eso me hace estar calmada. —Parpadeó varias veces con sorpresa y se dejo llevar hasta que llegó al pie de las escaleras, ahí se detuvo y volteó a verlo.— Prefiero pedir algo y comer en casa, estoy un poco adolorida todavía. —Bajó la mirada hacia su cadera.— Por favor, Regulus.
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Procuró sonreir para darle ánimos pero, lo cierto es que estaba igual o más nervioso que ella pero debía aparentar. No era la primera vez que Akemi hacía algo y terminaba olvidandolo por las sustancias inmersas en los alimentos.— Quizá no sucedió nada o no sé concluyó nada, pronto.. Quizás en unos días lo sabremos. —Murmuró un momento antes de ponerse de pie y así lograr observarla mejor.— Podríamos salir de casa y buscar algo para que comas, un poco de aire fresco y pensar en otras cosas mantendrá tu mente ocupada, Kemi-san. Quizá recuerdes algo incluso. —Procuró animarla, pasó ambas manos tras los hombros ajenos y así la guió con dirección a las escaleras.— Ve a cambiarte de nuevo, yo te esperaré aquí.
Se frotó los ojos para prevenir que las lágrimas escaparan de sus ojos, no debía llorar, al menos no todavía.— Está bien Regulus, hagamos una cosa a la vez, con el rato veremos si recuerdo algo. —Se incorporó dando un pequeño quejido y con la palma del chico sobre su cabeza, se le acercó y lo abrazo de forma breve.— De no ser por ti, estaría en pánico y llorando, no sabría que hacer. De ser lo que creía, no me molestaría si es contigo, pero hubiera querido recordarlo. —Se colocó a su lado y se acomodó un mechón de cabello tras la oreja.— No sé si tengo hambre pero debo comer, aunque algo pequeño.
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Curvó los labios, no porque se sintiera decepcionado de ella, sino porque no había tenido la oportunidad de detenerla y, de cierta manera, se había convertido en su cómplice al ayudarla a comer algunos de aquellos chocolates. Suspiró de forma pesada y terminó asintiendo.— Sí, eso es lo que creo. Todo saldrá bien, solo debemos esperar a tener lucidez y... Dejar de sugestionarnos un poco... Un poco más. —Estiró una de sus manos, la derecha, y dejó que su palma reposara sobre la cabeza de ella antes de revolver suavemente su cabello.— Jamás podría odiarte, Kemi-san. No fue tu culpa lo que sucedió. Ahora deberíamos buscarle algo de desayuno y también el reemplazo para los chocolates de su madre. Seguramente encontraremos un sitio donee estén unos idénticos.
— Porque... —No estaba segura del motivo por el cual se había adueñado de aquellos chocolates en específico.— Estaba oscuro, tenía hambre y fue lo primero que encontré. Creo que al estar adormilada no me di cuenta hasta que noté el sabor fuerte pero igual me gustaron y no me pude detener. —Bajó la mirada avergonzada de su comportamiento, ella no rompía las reglas de esa forma, nunca había sentido curiosidad por hacerlo y ahí iba y le daba semejante imagen a Regulus.— ¿En verdad lo crees? —Llevó su mirada hasta él con las comisuras de sus ojos a punto de derramar lágrimas. Estaba avergonzada, asustada, inclusive aterrada de lo que pudo haber hecho o pudo haber causado semejante estado en ambos.— Yo confío en ti, lo hago en verdad. No me odies, solo eso.
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— Pero, de ser así, ¿por qué los tomó? —Preguntó. Aquello era lo único que parecía no encajar, quizá todo aquello había sido obra de la señora del hogar para tener algún momento de diversión o causar algo diferente. Al menos eso pensó, porque encontró extraño que Akemi rompiera las reglas así fuese por confusión mientras estaba consciente.— No sucedió nada, Kemi-san. —Procuró sonreír, aunque aquella sonrisa fue más bien forzada para tratar de infundir ánimos en su persona porque la veía extremadamente preocupada. Él también lo estaba, pero preocuparse innecesariamente no iba a solucionar nada.— Solo debemos esperar y... En algún momento vamos a tener algún destello de consciencia de ese momento. Todo estará bien. Ya verá... Estoy casi seguro.
— Es que... Ni siquiera a mi padre le da de sus chocolates y nos tiene prohibido a mí y a Makoto tomarlos. —Es aún no se la habían encontrado, solo por eso su cabeza seguía en el lugar que le correspondía.— Vuelve hasta la tarde, hoy tenía un día de Spa con sus amigas. —Esa era la razón por la que posiblemente no los habían despertado para el desayuno porque ni su madre lo había tomado en la casa, esos días salía a primera hora y volvía para la cena, aunque solía estar de buen humor y ahí residía su esperanza.— No puedo recordar nada, es me aterra, no quiero haber hecho algo de lo que me arrepienta después. —Pudo sentir un dolor en su labio por la fuerza que usó al morderlo, esperaba no haber causado que sangrara.— Eres demasiado bueno para hacer algo así. No sin estar consciente por completo de lo que haces, en cambio yo... —Recordó su primer beso y se aterró aún más.

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