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RsL1574861 · M
Suspiró, rindiendose y entregándose a la desesperación. Akemi podía ser tan terca e insistente cuando quería que aquello le asustaba, pero no iba a rendirse, debía respetar la línea existente entre un señor y su leal siervo. Sin embargo, en esta ocasión quién la quebrantó por sus defensas bajas fue ella. Aquel beso le había tomado por total sorpresa, mas ni una pizca de enfado se vislumbró allí, por el contrario, solo imperó la sorpresa en su rostro. Hasta que una sutil sonrisa de ternura se formó.— Solo hago lo que mi trabajo demanda, y lo que necesita Hanamiya-san. No tiene que agradecerme.
 
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