— Tu trabajo es solo protegerme, no lidiar con mis traumas existenciales, por eso gracias. —Volvió a abrazarlo, con fuerza y en esa ocasión no escondió el rostro, solo apoyó la mejilla y cerró los párpados. Estaría condenada si se separaba por voluntad, esperaría a que fuera él quien se alejara. Por ahora estaba tranquila y feliz.

— Haré que me llames de esa forma, es una promesa. —Asintió para si misma y fue impulsiva, porque se estiró hasta poder dejarle un pequeño beso en la mejilla.— Gracias, Regulus, por todo. —Solo por ese día le daría tregua. Pero en otra ocasión volvería a la carga. Había hecho mucho por ella y era justo y merecido darle ese pequeño premio.

— Mm. —Solo movió el rostro de un lado a otro y aspiró el aroma masculino que desprendía. Le recordaba a un bosque, a cedros, pero también había algo fresco en él, como un manantial, era una extraña forma en la que asociaba los aromas. Estaba bien que la reconfortara y lo agradecía, pero no podía evitar sacar provecho de la situación, es decir, no tenía excesivas oportunidades para estar así de cerca.— Estoy bien. —Sin embargo al escuchar que volvía a utilizar ese molesto sufijo levantó la cabeza, con las mejillas infladas en un mohín.— Es Kemi.

— Gracias Regulus. —Se mordió los labios y buscó que sus brazo lo rodearan, dejando las palmas en la espalda masculina donde se aferró con fuerza. Era curiosa la forma en la que tan solo con algunas palabras lograba que se sintiera tranquila e incluso llegaba a pensar que compararse con su hermano no era lo más óptimo. Pero venían a su mente los recuerdos de todas esas reuniones donde a pesar de que estaba ahí la ignoraban y solo preguntaban por él. Se mordió los labios y se regocijó con esa pequeña victoria al escucharlo llamarla por su nombre, por el momento solo iba a disfrutar de ese abrazo sin preocuparse por más.

— No soy más lista, te adaptas con mucha facilidad, aunque sea pésima explicando, eres muy listo porque me entiendes, aunque me haga un lío al hablar. —Un ejemplo de ello era su reciente explicación sobre los roedores, aunque en su mente la imagen era clara, no logró transmitirla con claridad. Era uno de sus tantos fracasos. Al pensar en dejar a Regulus con su hermano hizo una mueca, no sabía que cosas podría decirle o hacerle, pero no se fiaba en lo más mínimo de Makoto.— Gracias. —Se arrojó a los brazos del varón y escondió su rostro en el pecho de él.— Solo Kemi, dime así, aunque sea solo una vez.