Entonces no ofrezcas cosas de las que luego, por decisión propia, te retractarás. El valor de tu palabra, tu honor, quedarán por el suelo. Sayonara. - Y así se apartó del "caballero", continuando su camino, no sin dedicarle una mirada soslayada colmada de sorna. -
— ¿Disculpe? —Interrogó ante aquella pregunta. Sus ojos se fijaron en la mujer y la siguieron con atención mientras meditaba, rápidamente, sus palabras.— El carácter o la personalidad, no están liadas con mi deber... A quien he de aceptar como su protector, será mi decisión. —Reverenció ligeramente, con un movimiento de cabeza apenas, en despedida formal.
Tienes que tener mucho cuidado a quién ofreces tus servicios; lo digo porque no me soportarías, tengo un carácter de mierda.
- Comentó al pasar, amargas sus palabras e inexpresivo su mirar. Allí mismo y antes de continuar con su camino lejos de él, añadió. - Además sería irónico que intentaras protegerme, ya que mi destino es esparcir la mala fortuna a toda persona que se me acerque hasta llevarles a la locura, a la muerte, o a ambas.
