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Rs1563197 · M
Alena se rompió en sus brazos; y él con ella. Los sollozos, los temblores que éstos causaron en el cuerpo de su protegida, bastaron para hacerle apretar los dientes en un intento de no romper en llanto también, consciente de que ella necesitaría su fortaleza más que nunca; así que se aferró hasta al último gramo de su estoicidad, haciendo acopio de fuerzas para ser el pilar, el refugio que Alena necesitaría en ese momento, y permitirle desahogarse hasta que la última pena hubiese abandonado el cuerpo de la muchacha en forma de lágrima.
Por desgracia, el tener que mantenerse firme y seguro para ella lo hizo contener la voz; seguro de que si volvía a hablar, la escucharía quebrarse, acabar con la ilusión de serenidad que tanto trabajo le costaba proyectar. Se sentía no solo responsable de ella, sino de aliviar ese enorme sufrimiento que llevaba a cuestas; así se jugase la vida en ello, o tuviera que soportar los mayores dolores. Como el que estaba partiéndole el corazón en ese momento
Por desgracia, el tener que mantenerse firme y seguro para ella lo hizo contener la voz; seguro de que si volvía a hablar, la escucharía quebrarse, acabar con la ilusión de serenidad que tanto trabajo le costaba proyectar. Se sentía no solo responsable de ella, sino de aliviar ese enorme sufrimiento que llevaba a cuestas; así se jugase la vida en ello, o tuviera que soportar los mayores dolores. Como el que estaba partiéndole el corazón en ese momento
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